Vivir sabroso
Vivir más sabroso en Colombia sería avanzar más rápido hacia la modernidad, revitalizando la nación colombiana y haciendo que todos sus miembros disfruten de los beneficios de un desarrollo pacífico. Porque sin paz social seguiremos padeciendo sufrimientos y nunca lograremos una vida tranquila.
La frase de la próxima vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, es su anhelo de “poder vivir en una sociedad con dignidad, en paz, sin miedos”.
No es fácil transformar este mensaje en realidad porque, en la historia de nuestra sociedad, vivir ha sido una lucha por la sobrevivencia, atravesando por múltiples formas de violencia.
Vivir más sabroso en Colombia sería avanzar más rápido hacia la modernidad, revitalizando la nación colombiana y haciendo que todos sus miembros disfruten de los beneficios de un desarrollo pacífico.
Porque sin paz social seguiremos padeciendo sufrimientos y nunca lograremos una vida tranquila.
Más rápido que muchos países, Colombia puede llegar a ser próspera y poderosa, y lograr que su pueblo tenga una vida más cómoda. Para esto tenemos que, a partir de nuestras peculiaridades, avanzar en el camino del desarrollo pacífico sin descuidar la soberanía y la seguridad nacional.
El país podría avanzar mirando modelos exitosos, pero sin perder el sabor de nuestro sancocho costeño, nuestro ajiaco bogotano, nuestra bandeja paisa y la pepitoria de la región de Rodolfo Hernández; es decir, avanzando con base en lo que somos y queremos ser como sociedad.
Hace muchos años, el presidente de Gaulle enfrentaba una crisis ante tanto descontento de los franceses. Él dijo: ¿Cómo poner de acuerdo a un país que tiene más de trescientas variedades de queso? En Colombia hay visiones políticas diferentes de país; hay diferencias de clase, de razas, de regiones; es una nación llena de diversidad, por lo que es difícil lograr la integración. Es imposible una unidad nacional, porque esta no existe en Colombia, ni en ninguna parte, con excepción cuando juega la selección de fútbol o un ciclista gana una carrera internacional; sin embargo, como decía Álvaro Gómez, se podría llegar a un acuerdo sobre lo fundamental.
Lo que deberíamos esperar del nuevo Gobierno es que sepa gobernar respetando las diferencias; y de la oposición, que sea responsable, porque lo que es bueno para el país es bueno para todos, así a veces se sacrifiquen intereses particulares o de pequeños grupos.
Como todos le piden prioridades al nuevo Gobierno donde hay tantas carencias, yo le pediría que recuperemos lo perdido. Todo lo que se había avanzado, durante los gobiernos de los presidentes Uribe y Santos en superación de la pobreza, se perdió en estos cuatro años, encontrándonos con un 42% de pobres que están lejos de “vivir sabroso”.
El presidente es importante, pero son los pueblos los creadores de su historia: el empresario, el emprendedor, el trabajador, el militar, el profesor, el policía, el alumno, la cuidadora; todos ellos son los verdaderos héroes de nuestra historia. Ellos son las fuentes del progreso. No hay dificultad insuperable cuando se abandonan los egoísmos y se construye una voluntad colectiva con un propósito poderoso, que nos permita hacer de Colombia un país moderno, próspero, democrático, civilizado y armonioso, donde todos estemos incluidos.
El ideal de vivir sabroso de Francia Márquez es el anhelo de todos los colombianos, aunque tengamos diferencias en los caminos para lograrlo. Dialogando y respetándonos podremos ayudar a tantas personas que —siguiendo la metáfora culinaria—, hoy están hirviendo en la olla de la desesperación.
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