Tienen razón Donald Trump, y Marco Rubio, y Mike Pence, y Álvaro Uribe, e Iván Duque, cuando afirman que el régimen de Nicolás Maduro es incapaz, peligroso y criminal, y que su ineptitud y rapacidad ha provocado una crisis económica, humanitaria y migratoria de enormes proporciones.
Tiene razón Maduro cuando declara que la movilización internacional contra su gobierno está originada en intereses estratégicos de Estados Unidos y sus aliados –no solo por las reservas petroleras de Venezuela, sino por la amenaza que para su influencia en la región implica el respaldo de Rusia y China al chavismo–, y que el bloqueo norteamericano, lejos de resolver la crisis, la ha profundizado.
Tiene razón Francesco Rocca, presidente de la Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, cuando dice que la operación de entrega de ayuda humanitaria en la frontera con Colombia no corresponde con los principios de neutralidad y humanidad que rigen a su organización, y que las evidencias de una politización del proceso hicieron imposible su participación en él.
Tienen razón quienes creen que la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente paralelo de Venezuela empeora el escenario, obstaculiza las salidas negociadas y propicia un clima de confusión general, dentro y fuera del país.
Tenemos razón quienes pensamos que detrás de la movilización diplomática para cercar a Maduro algunos de sus promotores esconden la inmoral esperanza de que se desate una acción armada que termine sacando por la fuerza al chavismo del poder.
Tiene razón el músico y activista Roger Waters cuando acusa a los artistas del concierto Venezuela Aid Live de servir de idiotas útiles de los políticos que disfrazan sus apetitos de poder con el inofensivo traje de la compasión.
Tienen razón los habitantes de La Guajira y Chocó cuando reclaman, molestos y sorprendidos, por el despliegue mundial del dichoso concierto –y de la recaudación de USD2,5 millones– mientras que en sus territorios continúa la mortalidad infantil y la miseria sin que se haya organizado jamás un encuentro de famosos para abogar por sus causas.
Tienen razón los migrantes venezolanos cuando se aferran a la ilusión de que de estos acontecimientos se derive una solución que termine por restaurar las garantías democráticas en su país, que son el primer paso del largo camino que debe recorrer Venezuela para que ellos y sus familias puedan regresar a sus hogares.
Acerca de Venezuela, el pobre país más rico del continente, todos tenemos razón de alguna manera. Y esa es una señal de que su situación está lejos de ser una sencilla lista de diagnósticos en blanco y negro, garabeteada con las tripas por un puñado de oportunistas para quienes lo más importante no es la gente que padece, sino la proclamación de su verdad individual, la cual siempre será, en manos de su terquedad y su ignorancia, una verdad a medias.
@desdeelfrio
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