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Opinión

La vida del ahora

En su lecho de campaña en un lugar llamado hoy Viena, la capital de Austria, murió el emperador romano Marco Aurelio. Era el año 180 de nuestra era. Poco antes de fallecer, dijo que no lloraran por él, sino por la pestilencia y la muerte de tantos otros. Frase que guarda un piadoso parecido con la de Sócrates, quien, después de beber la cicuta, dijo a sus seguidores al morir :  “le debemos un gallo a Esculapio”.

Seguidor de la medicina griega era el grecorromano Galeno, nombre con el que todavía se identifica a los profesionales de la medicina. Marco Aurelio no murió por alguna herida de la guerra que comandaba, y en la que se hallaba defendiendo a Roma, sino que lo mató la plaga que justamente Galeno fue el primero en descubrir como causa de la enorme y devastadora  mortandad que se producía, desde el año 166, en todo el imperio romano. Fallecían, según los datos, imprecisos como suelen serlo, y más en esa época que no conocía la ciencia estadística, unas dos mil personas por día. Se le llamó después “peste antonina”, como recuerdo, - y qué recuerdo- del emperador corregente Lucio Vero Antonino, infectado once años antes que Marco Aurelio por la pandemia originada en Asia.

Dicen los historiadores más cercanos a los acontecimientos que la plaga acabó con un tercio de la población del imperio, estimada en aproximadamente 50 millones. Sin embargo, entre los soldados legionarios que estaban en el frente de las operaciones militares en Medio Oriente, la peste mató a un número más elevado de hombres, dejando menguadas las filas del ejército. Otros historiadores afirman que ahí empezó el declive del imperio romano debido a que desde entonces no se contaba ya con suficientes soldados para defender las inmensas fronteras imperiales. Todo eso y más es materia de discusión, -el número de muertos, la causa cierta de la plaga antonina-, pero creo que seguirá siendo así por años para el caso de la actual COVID-19, nombre impersonal y de archivo que se le ha puesto a la actual pandemia.

En cambio, lo que Marco Aurelio escribió sobre la muerte, sin saber que le llegaría por la vía de una peste, nos dice más, no sobre la peste misma, sino sobre la vida que se pierde cuando viene el final. Del emperador-filósofo, como se le reconoce, quedaron sus Meditaciones, en las que encontramos sentencias filosóficas como ésta : ”Está cerca que tú te olvides de todo y también está que todos te olviden”, propia de un epitafio de tantos que pueden dejarse, si no fuera por las condiciones en que son enterrados los muertos de ahora de acuerdo con las prescripciones  sanitarias imperantes.

También escribió Marco Aurelio : “No malogres la parte de la vida que te queda en averiguar vidas ajenas, a no ser que te propongas algún fin útil para la sociedad”. Pero entre todas, ojalá la vida nos permita repetir estos días, y los que vengan, esta frase suya : “Cuando te levantes por la mañana, medita en el privilegio de estar vivo, de pensar, de disfrutar y de amar”.

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