Aunque el día de la mujer ya tuvo lugar, no es tarde para conmemorarlo ahora en marzo. El semiólogo francés Roland Barthes escribió una vez que desde la cuna estamos destinados a quererlas y a buscar la ternura de su abrazo. Nada más cierto.

Hoy somos más conscientes de la violencia que se ha ejercido por siglos sobre las mujeres. La dominación, el maltrato, los abusos, la subestimación, el dolor. Pero también es necesario darse cuenta de los avances que han logrado por sí mismas, y de sus conquistas sociales. Marie Curie, a quien, por ser mujer,  no se le permitió ingresar a un puesto académico en la Universidad Jaguelónica de Cracovia, en su natal Polonia, llegó a ser una encumbrada científica en París, dos veces premio Nobel, de Física primero (1903) y luego de Química (1911). La gran escritora Virginia Woolf anotó en su “Diario íntimo” de 1932, lunes 29 de febrero, que el famoso Trinity College de Cambridge la había invitado a dar un ciclo de seis conferencias: “Es la primera vez que se lo piden a una mujer; y por lo tanto es un gran honor –yo la niña sin educación, leyendo libros en mi habitación de Hyde Park Gate 22”. Declinó la invitación, sin embargo, porque su preparación durante un año le exigiría renunciar a escribir una nueva novela.

La francesa Simone de Beauvoir llegó a ser una escritora abanderada del feminismo con sus ensayos filosóficos y novelas. En “Memorias de una joven formal” cuenta cómo tuvo que estudiar primero en un instituto superior, adonde iban las niñas bien de la burguesía. Después pudo entrar a la Sorbona. Pero su infancia estuvo marcada por el hecho de haber nacido mujer : su padre prefería haber tenido en su lugar un hijo varón para haberlo podido matricular en la Escuela Politécnica de París, donde se forma la élite de los funcionarios y administradores de alto nivel: “Tienes cerebro de hombre”, le decía. Simone sufrió mucho.

No es poca cosa que las mujeres colombianas hayan logrado avances notorios en la educación universitaria desde el siglo pasado. En un reportaje de El Tiempo, a propósito del libro “Nosotras, las mujeres” de Florence Thomas, de reciente publicación, se comenta este avance: según cifras de dicho reportaje, “el 61% de mujeres han cursado educación superior (29,6%) o estudios de postgrado (31,4%)”. Las estadísticas de hace veinte años mostraban índices lamentablemente inferiores. Yo he sido testigo afortunado de esa creciente participación de la mujer en la formación universitaria, e incluso he podido comprobar cómo en muchas carreras como las ingenierías, consideradas antes sólo masculinas, las tasas de participación de las mujeres se han elevado, o incluso son mayores que las de los hombres.

Tener un título universitario no lo es todo ni es suficiente. Pero sí da cuenta de la mayor independencia mental y liberación personal alcanzadas por las mujeres en su lucha histórica por la equidad. Virginia Woolf lo escribió  sin rodeos: “ganarme el aprecio de mi sexo con mi trabajo”.