El aborto de Annie
La confianza en la palabra y su devoción por la escritura fueron su rescate del autocastigo, mezclado con el sentimiento de orfandad en que se hallaba sumida, prolongada por años hasta cuando escribió el relato del desasosiego que llevaba por dentro No es, por tanto, un relato provocador, concebido para inducir a otras mujeres a practicarse el aborto ahora cuando en más países se ha despenalizado.
Que una mujer se atreva a narrar con detalles deslumbrantes el proceso del aborto que en el abandono decidió practicarse como lo ha hecho la premio Nobel de Literatura de este año, la francesa Annie Ernaux, es acto que honra la literatura. Por eso, El acontecimiento, título que le puso al libro, es una obra que en lugar de ganarse la reprobación al leerse, merece la admiración por mostrar, de manera valiente y aferrada al sentido liberador de la palabra, la capacidad de una mujer que en medio del desamparo y la condena social asume plenamente toda la carga de conciencia y de desgaste físico que su decisión le trajo.
Al final de su relato escribe : “He acabado de poner en palabras lo que se me revela como una experiencia humana total de la vida y de la muerte, de la moral y de lo prohibido, de la ley, una experiencia vivida desde el principio al final a través del cuerpo”. Es eso lo que es justo : escribió su experiencia desde su cuerpo, y uno entiende hasta el final que cumplió en este libro con el objetivo de su vida: que su cuerpo, sus sensaciones y sus pensamientos se conviertan en escritura. Por eso mismo, aparte del juicio moral que cada cual es libre de tener y de atribuir con razones valederas al aborto, de lo que se trata al leer la narración es de comprender el valor humano de una mujer para comunicar a los lectores una experiencia tan personal e íntima con solvencia literaria y honestidad intelectual. Lo que no impide que su lectura produzca por momentos incomodidad como cuando describe lo que sucede en su cuerpo cuando la abortista clandestina que encontró en un barrio de París lo manipula con frialdad al hacerle el procedimiento abortivo.
El libro fue publicado en francés el año 2000, pero la memoria se remonta a la década de 1960, época en la que el aborto estaba aún prohibido y penalizado con cárcel en Francia. De 23 años y soltera, Annie estudiaba entonces filología en una universidad de provincia cuando recibió la certificación médica de su embarazo.
Se hallaba completamente sola porque el padre no se dio por enterado. Acudir a su familia era condenarse en vida al rechazo y al destierro moral, que eran más que insoportables porque el mundo en que vivía, amigos y compañeros de estudio incluidos, se apartarían de ella con horror al saberlo. La confianza en la palabra y su devoción por la escritura fueron su rescate del autocastigo, mezclado con el sentimiento de orfandad en que se hallaba sumida, prolongada por años hasta cuando escribió el relato del desasosiego que llevaba por dentro No es, por tanto, un relato provocador, concebido para inducir a otras mujeres a practicarse el aborto ahora cuando en más países se ha despenalizado.
Ernaux busca más bien comunicarnos una experiencia traumática por las circunstancias en que las vivió, pero haciéndole el quite a la apología del aborto para encontrar en el lenguaje las palabras que aliviaran su sufrimiento porque cuando abortó sintió que aquello era una escena en la que la vida y la muerte se daban la mano. “Una escena de sacrificio”, anotó.
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