Viera: se va el ídolo | Columna de Javier Castell López
Después de 12 ininterrumpidas temporadas en el equipo, hecho inusual de fidelidad en el poligámico ámbito del fútbol actual, ha dejado inscrita en letras doradas su gesta en el libro de la historia rojiblanca.
Un futbolista se convierte en ídolo porque logra que los hinchas sientan por él un profundo reconocimiento, porque consideran que tiene características excepcionales, y a través de las cuales ha contribuido decididamente a los éxitos y a la grandeza de su club. Lo exaltan a esa condición, además, por sus actuaciones, mejor si algunas rozan la heroicidad deportiva. Sebastián Viera cabe perfectamente en esa definición.
El arquero uruguayo, y barranquillero por adopción es, sin dudas, un ídolo del Junior. Después de 12 ininterrumpidas temporadas en el equipo, hecho inusual de fidelidad en el poligámico ámbito del fútbol actual, ha dejado inscrita en letras doradas su gesta en el libro de la historia rojiblanca.
Sus 7 títulos, sus atajadas imposibles, sus penales detenidos en instancias límites, y sus goles convertidos de tiro libre, un valor agregado de calidad y atrevimiento para su función primera de guardameta, fueron algunas de las alegrías que le aportó al Junior. Por supuesto, seria torpe creer que, en una relación de 12 años, por más idílica que haya sido, no hubiesen existido discrepancias, momentos de reproche por un sector de la hinchada que juzgó a Viera por su mayor responsabilidad en algunos goles, en algunas derrotas.
A mi juicio, lógico en un juego que convive con la pifia, que está siempre acosado por el error, que es “el arte de la inexactitud”, y en un actor que ocupa el puesto más injusto del fútbol (el gol se lo anotan al equipo, pero el vencido es el arquero) y que ha subido al escenario más de 630 veces. Sus errores son dato menor frente a su riquísima estadística.
Junior anunció la salida de Viera. No hay drama, no es el primero y no será el último, el fútbol también es cruel y tiene fecha de caducidad. Pero el colofón de la historia del ídolo Viera, merecía otro final. Tal vez, en el futuro, ojalá no muy lejano, el Junior cambie la indiferencia que históricamente ha tenido con sus ídolos para homenajearlos tras su retiro y Viera reciba el que se ganó.
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