El balón viene por el aire, plantea dificultades para su control, el defensa rival, de frente, tiene ventaja y lo encima, parece que lo anticipa, pero Teófilo, con esa malicia aprendida en los durísimo partidos callejeros, pone el cuerpo, desacomoda al confiado defensor, duerme la pelota y sale airoso. Así sí, Teo.

El balón va ser rechazado por el defensa, Teófilo ya no puede impedirlo, pero va y en el momento que el rival lo despeja él le cae encima con claras intenciones de lastimarlo. Así no, Teo.

El compañero conduce el balón, Teófilo se desmarca, recibe el pase y devuelve con sensibilidad y efectividad la pared para darle peligrosidad a la jugada. Así sí, Teo.

Teófilo pone su cabeza junto a la de un rival, lo golpea con su frente y es expulsado. Así no, Teo.

Es impresionante el intervencionismo de Teófilo Gutiérrez en el trámite del juego. Gobierna el partido. Hace que el Junior juegue a su ritmo, de acuerdo a su gusto, a sus decisiones, a su calidad.

Frente a Jaguares  desplegó ese espíritu afiliativo que lo ha distinguido en su carrera. Les dio pases a todos, los puso a jugar, los invitó decididamente a prodigarse, a ser protagonistas. Fue pase gol para Didier Moreno, autor del segundo y definitivo gol. Volvió a jugar, como punto de partida, de centro delantero, pero libre para jugar en cualquier lugar y responsable para hacer lo que corresponde en cada uno de ellos. Con esa pizca de arrogancia que no disimula, dio cátedra de cómo se juega al fútbol. Se divirtió y nos divirtió.

Ese es el Teófilo con el que siempre se beneficia Junior, no con el que se deja ganar por el otro, el del espíritu pendenciero. Con el que lidera y clarifica las intenciones ofensivas, no con el torpe de las bravuconadas.

Junior jugará mañana contra Águilas Doradas con la obligación de ganar para asegurar su cupo entre los ocho clasificados y no tener que ir a buscarlo a Pasto, en su última fecha (en la última del torneo Junior descansa), tras su expedición por La Paz, Bolivia, en el partido de ida de la Copa Libertadores. Y, luego, seguir progresando en su funcionamiento, elevar rendimientos individuales, darle más continuidad a sus parciales dominios, acceder a la final. En definitiva, ratificar en el campo y en la tabla su linaje y porqué se le considera la nómina mejor conformada.

Y, para eso, debe contar con el Teófilo crack, lúcido y comprometido. No con el Teófilo burdo, armígero e irresponsable.