En los años 1990, 1991 y 1992, asistí a unos seminarios internacionales de fútbol en la ciudad de Cali que contaron con expositores de reconocido prestigio como Arrigo Sachi, Fabio Capello y Carlos Bilardo. Este último, en un momento de sus intensas y bien documentadas intervenciones, derivó hacia el tema del futuro del fútbol, del cual vaticinó que los estadios iban a ser mucho más pequeños, con abundantes vallas publicitarias, dirigido por la televisión y sin público.
Hasta hace unos meses no le iba mal con sus predicciones. Cada vez más, los estadios son para menos asistentes, la publicidad está en todos los rincones de estos y la televisión es, que duda cabe, el gran socio sostenedor y amplificador mundial del espectáculo. Treinta años después, le hacía falta la de los partidos sin público. Hasta ahora, porque apareció prepotente, irreconocible, el COVID-19 para completar la profecía del técnico argentino, por lo menos en lo que resta de este año.
En medio de todo este desasosiego, la única certidumbre, si llegare a concretarse la reiniciación del fútbol -colombiano en nuestro caso- es que será sin público.
El Gobierno, con el Ministerio del Deporte como legítimo mediador, le aceptó a la Dimayor estudiar el protocolo con miras a una eventual reanudación del fútbol. Algunas recomendaciones se dejaron ver post reunión: que haya total unidad al interior de la dirigencia, que los costos de la logística los asuman los equipos, que solo hasta el 11 de mayo se volverá a hablar, que los reinicios en los otros países serán referencia, entre otras.
Así que, después de aquella sensación de derrota total que quedó, tras unas declaraciones del Presidente Duque, ahora hay una tenue luz de optimismo con respecto al proseguir de La Liga. Estos días he leído “las recomendaciones para evitar los riesgos sobre la salud en la vuelta a la competencia, favoreciendo el estado de forma de los futbolistas” que un grupo de trabajo sobre COVID-19 le presentó a la Real Federación Española de Fútbol (documento que muy gentilmente me envía mi amigo el profesor Octavio Rivera) y entre muchos aspectos dicen que el tiempo entre el inicio de los entrenamientos con todos los jugadores y el primer partido de competencia, deberá ser de acuerdo a las semanas de confinamiento. Para menos de tres semanas serán 15 días; entre 4 y 6 semanas, 21 días; y más allá de 6 semanas, 30 días. Un dato para tener en cuenta. Antes, tendrán que cumplir otras fases. Mientras, ahí estarán “los esqueletos de las multitudes” de Mario Benedetti esperándolos.
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