No creo que deba existir, dentro de las características que configuren el perfil del nuevo director técnico de la Selección Colombia de fútbol, la experiencia mundialista al frente de una Selección como requisito sine qua non. Sí que sería un valor agregado, pero de ninguna manera su ausencia puede ser motivo excluyente.
Claro que, haber sido un activo protagonista de un Mundial como técnico, es una buena referencia que puede aumentar la consideración en el ranking de las preferencias, pero para nada elimina otras competencias y otras experiencias con tanto o más peso. Si esta fuera una condición insalvable en la hoja de vida de los aspirantes, entonces los grandes entrenadores del mundo en la actualidad (léase Guardiola, Mourinho, Simeone y un larguísimo etcétera que no han dirigido en mundiales) no tendrían ninguna posibilidad de dirigir a la Selección Colombia.
De la misma forma, si fuera de estricto cumplimiento esta chocante imposición, Gareca y Tite, para sólo mencionar a dos de los entrenadores inexpertos en mundiales que llevaron a Perú y Brasil respectivamente al Mundial de Rusia, no hubieran logrado ese objetivo.
Estoy seguro de que hay técnicos, y no necesariamente de la alcurnia de los referidos arriba - y teóricamente inalcanzables-- que han tenido bajo su mando a jugadores de primer nivel, torneos muy exigentes, finales en grandes competencias, que superan a algunos entrenadores que han dirigido en un Mundial a, por ejemplo y con respeto, Marruecos, Arabia, Austria. La línea de búsqueda del nuevo entrenador de la Selección Colombia debería estar dirigida, en mi opinión, a un entrenador con aura de confiabilidad por su comportamiento personal y profesional. Un técnico con un estilo de liderazgo y un modelo de juego reconocibles en el ámbito futbolero.
Uno que pueda ser capaz de, por su capacidad y talante, romper algunos estereotipos del fútbol colombiano para seguir ascendiendo en el escalafón mundial. Y uno que venga pronto, así la evaluación de los jugadores se maximiza si es él y no Arturo Reyes quien la hace porque, aunque cumplió ejemplarmente su rol de conductor momentáneo, no será él quien tomará las decisiones de la continuidad de jugadores, ni de la manera de entrenar, ni la de convocar jugadores, y mucho menos de la forma de jugar. No pierdan más tiempo, que después de lo que siempre se quejan es de que nunca tienen tiempo.
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