Sudamérica, a rebelarse
Jorge Valdano es, a mi juicio, el ex futbolista que mejor sabe utilizar las palabras, a través de las cuales deja opiniones sesudas, lúcidas.
Desde el uso irreprochable del idioma nos regala reflexiones alrededor del fútbol que sirven para entender el juego un poco más.
En estos días ha estado en varios medios y cuando se refirió a las posibilidades de Argentina, y yo sumo a Brasil, en el próximo Mundial de Catar, dijo que “es capaz de ganarle a cualquiera, pero también puede tener problemas para ganarle a cualquiera, y ya no solo con Francia o Alemania sino también con Suecia, Dinamarca, porque el fútbol en Europa es de un gran nivel, la mayoría de selecciones controlan y pasan a gran velocidad”.
En Sudamérica, Brasil y Argentina han mostrado que son capaces de darle más ritmo, más velocidad a su técnica individual y colectiva. Le agregaron a su habilidad natural y a su histórica buena relación con el balón, un mayor compromiso de todos en las dos fases del juego. Hoy, tanto Argentina como Brasil, reaccionan con inmediatez y agresividad ante la pérdida del balón. Pueden ejercer con más orden, vigor y continuidad presión sobre el rival. Sin atrofiar un ápice de las virtudes individuales, colectivamente le dieron más velocidad a su elaboración sin perder precisión.
Brasil y Argentina, quizá los dos candidatos más firmes para acabar con la hegemonía europea en los últimos mundiales, cuentan con un gran caudal de futbolistas con talento, creatividad, gambeta y excelsa técnica, pero desde el ideario de sus entrenadores y conscientes de lo que el fútbol de élite exige, colectivamente han sabido aceptar e incorporar tareas y responsabilidades que antes eran algo subestimadas.
La pregunta que surge es si frente a las selecciones europeas, muchas de ellas con excelencia técnica (individual y colectiva) y que hace ya varios años desarrollan esas mismas formas que ahora practican argentinos y brasileños, les alcanzará para superarlas. No hay las suficientes pruebas para emitir un concepto porque en estos tiempos no hay amistosos Sudamérica-Europa.
Será, entonces, el mismísimo Mundial el que sirva de escenario para comprobar si la supremacía que Brasil y Argentina imponen en Sudamérica también la pueden gestionar en Catar para doblegar al resto del mundo, especialmente a los europeos. Han pasado 20 años del último título de Sudamérica (Brasil en Corea y Japón), lo que ya es mucho tiempo. Parece hora de deshacerse de ese sometimiento.
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