El controvertido senador Gustavo Petro, famoso entre muchas otras cosas por su extraña fascinación por el dinero a hurtadillas y en bolsas plásticas, me puso esta semana a escribir sobre él.
La verdad es que el sujeto en mención me deja triste cuando pienso en la cantidad de crímenes que perpetró durante su paso por la tenebrosa banda terrorista M-19. Pese a eso, aquí vamos:
Resulta que el miércoles, en mi cuenta de Twitter, escribí lo siguiente sobre Petro: “En vez de andar dándoselas de adalid de la moral debería aprovechar y contar cuántos secuestros tiene encima, cuántos muertos y sobre todo (si) ya reparó a sus víctimas. ¿De verdad este señor va a ser el que nos enseñe quién es bueno y quién no? ¡Por favor!”.
Fiel a su cinismo, en lo que es todo un maestro, Petro me respondió con el siguiente carretazo: “Mi querido abogado (…) Le contesto: Número de secuestros que realicé: Cero. Número de muertos que produje: Cero. ¿Puede usted comprobar lo contrario?”.
A ver, San Petro, no tengo, por el momento, pruebas de que usted, por su propia mano, haya cometido homicidios, secuestrado y hurtado. De todos modos, no se me haría raro que lo hubiera hecho. Total, el país entero conoce su estilo mala clase, rencoroso, revanchista y rastrero.
De Petro, en cambio, sí conozco su militancia en el M-19. ¿Qué no ha asesinado? Para 1985, Petro era, al parecer, uno de los principales cabecillas del Eme, donde era conocido con el alias de Aureliano. En noviembre de ese año, con Petro en prisión, la mencionada organización terrorista asaltó en Bogotá el Palacio de Justicia y le causó la muerte a casi un centenar de personas. Si bien Petro no disparó, sí hizo parte del atroz hecho como determinador dado su “liderazgo” en esa cuadrilla narcoterrorista.
Que no ha secuestrado, sostiene el paquete chileno que la capital colombiana tuvo como alcalde entre 2012 y 2015. Está probado que, durante la toma del Palacio de Justicia, el Eme de Aureliano mantuvo como rehenes a los magistrados y, en general, a los empleados de la sede judicial. Eso, señor Petro, se llama secuestro aquí y en Ciénaga de Oro. Y en esos secuestros usted participó como autor intelectual toda vez que desde la cárcel dio línea y/o autorización para que se cometieran con sangre fría.
Como con sangre fría el Eme del socio de Juan Carlos Montes secuestró y asesinó en 1976 al dirigente sindical José Raquel Mercado. O será que ahora el derrotado candidato a la Presidencia en las elecciones pasadas nos va a salir con el cuento de que desconocía que Mercado iba a ser “ejecutado” por un “tribunal del pueblo”.
Hombre, Petro, no respire más por la herida. Todo el mundo sabe que su último año no ha sido fácil. Así por encimita, en los comicios de mayo y junio fue vapuleado por nuestro gobernante Iván Duque.
Y en noviembre último se conoció un video en el que el dueño de la moral en Colombia –léase Gustavo Francisco– fue pillado recibiendo un dinero de origen desconocido. Este es el momento en que el jefe de la Colombia Humana aún se enreda para justificar la recepción de tan extraños fajos de plata. En su decir, ese video fue el producto de un complot en mi contra de las mafias que quieren que los del pueblo no lleguemos al poder.
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