El Heraldo
Opinión

Mi vida

Alicia, Juliana y Antonia son mis hijas, María como si lo fuera. No comprendería mi vida sin ellas. A Alicia, le hablé todos los días durante el embarazo, le puse toda clase de música, la sentía, la percibía y ella a mí, tanto que cuando nació lloró hasta que escuchó mi voz y ahí sonrió, en ese momento se me iluminó la vida como nunca.

Con Juliana el proceso fue diferente, difícil por lo compleja que volvemos la vida los adultos, no los bebés, igual estuve pendiente de ella y cuando nació también estuve ahí, ella sonrió con sus ojos cuando me miró por primera vez y también traspasó mi alma, ahí se quedó en el mismo espacio, con la misma fuerza que tiene su hermana mayor. Desde que estaban en el vientre yo ya las amaba y las quería en mi vida como hoy, como mañana, como cada día desde que me levanto hasta que me duermo y aún en sueños las tengo presentes.

Pasó el tiempo y pensé que mis días de cantar canciones de cuna, velar sueños y derretirme con una caricia o una mirada de un bebé habían quedado para el abuelazgo, pero no, me equivoqué, llegó el amor de mi vida, ese que a muy pocos les sucede y que yo tuve la fortuna de encontrar. Si eres penalista ese amor es casi una fantasía, una utopía, y con ese amor un día sin pensarlo llegó la noticia de Antonia. Cada día de este nuevo embarazo he acariciado la barriga de mi esposa, he visto cómo crece, como se forma, he sentido como se mueve Antonia, como late su corazoncito, su nariz, sus ojitos, me enamoro de ella y de su mamá. Con los años lloro más cuando me emociono y Antonia me saca una lágrima de felicidad, de ilusión cada vez más seguido. Quiero tenerla ya en mis brazos, quiero besarla y arrullarla, aconsejarla, dormirla, despertarla, calmar su llanto y alentar sus risitas.

Hoy, así ellas no sintieran lo mismo no sabría vivir sin mis hijas, solo pensarlo me hace sentir un vacío enorme. Ni un solo día dude en tenerlas en mi vida.

Dicho esto, debo manifestar que hablar de respetar derechos de otras personas implica no querer imponer formas de vida, respetar decisiones ajenas, no juzgar a quienes toman decisiones pensadas o se arrepienten de las tomadas. Pienso que la decisión de tener o no un hijo debe ser en pareja por regla general, sin importar si es del mismo sexo o no, si no hay un consenso en la pareja, quién lleva al bebé en su vientre debe poder decidir libre sin apremio, pero también creo que la Corte Constitucional no puede legislar sobre una decisión que se debe tomar en el Congreso de la República. ¿Referendo? Tampoco creo que esa decisión deba ser tomada por una mayoría que busca apabullar una minoría que tiene sus argumentos. Difícil tema que tendrá muchos debates y aristas entre las que se encuentran desde el tiempo de gestación, motivos del embarazo (si fue causa de una violación), edad de la mamá, papel del hombre, salud del embrión, hasta el contexto en el que nacerá el niño.

Eso sí, me gustaría que los legisladores no entren en un juego religioso con el tema, que su discusión procure ser objetiva, regida por la Constitución y las leyes, para que los derechos de la mujer primen.

 

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