El aumento de la demanda de aire acondicionado amenazará la red eléctrica y acelerará el calentamiento global si no hacemos cambios importantes de inmediato.

Para mediados de siglo 21, la cantidad de acondicionadores de aire instalados en todo el mundo se triplicará a 6 mil millones debido al crecimiento de la población, el aumento en los ingresos, la urbanización y el calentamiento global.

De hecho, la problemática que conlleva la tecnología del aire acondicionado es uno de los desafíos más insidiosos del cambio climático y uno de los retos técnicos más difíciles de resolver. A medida que el mundo se calienta, se necesitará más refrigeración, no solo para la comodidad, sino también como parte integral de la salud y el bienestar humanos en muchas partes del mundo. Los miles de millones de unidades consumirán tanta energía que el aire acondicionado se convertirá en una de las mayores fuentes de la creciente demanda mundial de electricidad.

Sin una innovación importante, la demanda de la energía para la refrigeración se triplicará, alcanzando los 6200 teravatios hora al 2050, casi una cuarta parte del consumo mundial de electricidad en la actualidad. A pesar de la escala de los crecientes desafíos, el financiamiento para este sector es relativamente bajo y hay pocos avances notables en el mercado. La tecnología básica funciona casi como hace un siglo, excepto por la mayor eficiencia del acondicionador de aire. Colombia enfrenta grandes desafíos en este tema. Hoy, alrededor del 40% de los acondicionadores de aire nacionales necesitan ser reemplazados debido a su alto consumo y al uso de refrigerantes prohibidos.

Además, incluso si la eficiencia de los sistemas de aire acondicionado mejora significativamente, la demanda mundial de electricidad seguirá creciendo rápidamente debido al aumento esperado en el consumo. Esto complicará la ya difícil tarea de transformar el sector energético mundial; los países no solo necesitarán revisar su infraestructura de energía existente, sino que también deberán construir sistemas mucho más robustos y libres de carbono.

Los desarrollos más importantes deben realizarse fuera de la industria del aire acondicionado. Al cambiar toda la red eléctrica a un mayor uso de fuentes de energía limpia, como la solar y la eólica, podemos reducir constantemente las emisiones indirectas de dióxido de carbono de la energía utilizada para el aire acondicionado. Además, el desarrollo de redes cada vez más inteligentes podría ayudar a los sistemas eléctricos hacer frente a los picos de demanda. Esto implica añadir sensores, sistemas de control y programas informáticos que puedan reducir automáticamente el uso cuando las temperaturas exteriores disminuyan, cuando la gente abandone los espacios durante períodos prolongados o cuando la demanda empiece a superar la generación disponible. Adicionalmente, el cambio a refrigerantes alternativos, las moléculas clave de los equipos de refrigeración que absorben el calor del aire, puede ayudar a reducir las emisiones directas del aire acondicionado.

Hay muchas técnicas sencillas para reducir la cantidad de energía necesaria para enfriar los edificios, como mejorar el aislamiento, sellar las fugas de aire, colocar cubiertas o láminas en las ventanas y utilizar colores o materiales reflectantes en el tejado. Sin embargo, a medida que aumenta el número de aparatos de aire acondicionado en los hogares y empresas de todo el mundo, éstos deben ser mucho más eficientes. La dificultad estriba en que la mayoría de las personas y empresas no están dispuestas a pagar mucho más por sistemas eficientes sólo para ayudar a cumplir los objetivos climáticos globales, especialmente en las regiones más pobres del mundo. Los países, en cambio, pueden ayudar a garantizar que un mayor número de unidades de aire acondicionado fabricadas y vendidas sean más eficientes mediante requisitos, incentivos o subvenciones.

En cualquier escenario, el aumento del uso del aire acondicionado creará una presión significativa en la infraestructura energética mundial, pero mucho menos en uno que incorpore iniciativas vigorosas para mejorar la eficiencia energética. Desafortunadamente, las soluciones existentes son minúsculas en relación con la magnitud de los problemas que se avecinan.