El singular abogado Fernando Fiorillo Zapata, Contralor distrital de Barranquilla, protagoniza un nuevo episodio en el desarrollo de su controvertida carrera política y del ejercicio de la función pública. Esta vez por el rechazo del Concejo a la inusual renuncia del cargo que él ejerce desde hace tres años y siete meses.
El argumento de no aceptación de esa dimisión -según 13 miembros del Concejo- es que esa solicitud debe ser objeto de un análisis jurídico. Así que, lo que parecía un simple acto protocolario de aceptación de renuncia, dio un vuelco. Los concejales no aceptaron que Fiorillo se vaya de buenas a primeras del sexto piso del viejo edificio de la Alcaldía. Argumentan que antes de hacerlo debe presentar los informes de los estados financieros de la administración distrital. Las funciones del Contralor son las de informar y entregar resultados sobre el manejo de los recursos de la ciudad.
Quien lideró la iniciativa fue el concejal José Trocha y la secundaron, entre otros, Chacho Carbó, en cuyos planteamientos critica a la alcaldía exponiendo que no da a lugar la convocatoria extraordinaria para admitir la renuncia del contralor y además, que en esta ocasión no se incluya la decisión de elegir quién será el reemplazo del polifacético Fiorillo.
La postura de Trocha y las preguntas quisquillosas de Carbó han encendido el debate: “¿Será coincidencia que cuando es necesario reemplazar al contralor distrital es cuando el concejo está en receso?”, es una de ellas. Para los concejales la administración distrital quiere imponer a la persona que debe controlarla. “Es como si el técnico de un equipo de fútbol escogiera al árbitro para sus partidos. Los concejales tenemos voz y voto y la elección del contralor no puede recaer únicamente en la misma administración. El Concejo no puede ser un pelele de la alcaldía, ni el contralor un funcionario más del alcalde”, dice Carbó en tono enérgico.
Ahora, sobre el tapete está la posición recia de los concejales, de quienes se ha dicho insistentemente que su postura siempre es de genuflexión ante el poder, pero esta vez la ciudadanía supone que ejercen sus responsabilidades con la dignidad de la que fueron investidos por el pueblo en las elecciones.
El desempeñó de Fiorillo ha sido controversial. Hace un año fue objeto de una suspensión de la Procuraduría General de la Nación por su público entusiasmo con el entonces aspirante presidencial Germán Vargas Lleras mediante un coloquial video. Además organizó un grupo de muchachas en vestido de baño promocionando de manera cursi la candidatura. Su tocayo, el Procurador Fernando Carrillo lo calificó como protagonista de un sainete, que convirtió ese organismo de control en “una tarima para una payasada”.
Años atrás Fiorillo se había visto envuelto en un caso de tierras cuando se desempeñaba como Inspector General de Barranquilla. El debate está planteado. Fiorillo es otra vez protagonista.
mendietahumberto@gmail.com
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