De cómo un partido de fútbol es el distractor para sepultar un proyecto contra la corrupción”, podría ser el título de una tesis de grado sobre los valores de nuestra sociedad y en particular de la forma de actuar de muchos Padres de la Patria, al no darle vía libre al proyecto anticorrupción que eliminaba la casa por cárcel para quienes, como funcionarios o congresistas, cometan delitos contra la administración pública.

Pero no fue la Copa América la responsable absoluta de que no nos diéramos cuenta de esta absurda situación. Hay más. Se presume, con bastante certeza, que un falso conciliador habría sido un as bajo la manga del secreto entramado para poner el palo en la rueda de esta iniciativa. Llama la atención que este proyecto no va en contravía de los valores y principios fundamentales de la honestidad de los funcionarios públicos, sino al contrario. Y llama la atención que en cualquier país con sentido común lo hubiesen aprobado, a menos que… 

Y así ocurrió el miércoles pasado cuando Colombia y Catar se enfrentaban en el Morumbí de Sao Paolo. El híper cacareado proyecto no pasó el trámite necesario. Además, casi 60 congresistas, muchos de ellos de nuestro patio, se habían declarado impedidos para votar el proyecto por algunas pesquisas de corrupción o por tener familiares en la cárcel o en casa por cárcel.

Llama la atención hasta el espanto que en el Capitolio parece que nada hubiera pasado. Las responsabilidades van de un lado a otro, pero sin mayores repercusiones, al fin y al cabo el doliente directo de esta ley es el ciudadano. No se trató, pues, de un proyecto con millonarios recursos, ni con puestos para repartir. Es probable que los legos en materia parlamentaria hagamos especulaciones usando la lógica elemental, pero la verdad, no hay  muchas explicaciones sensatas a esta jugarreta que luego se supo tuvo celebración after party, como si de un triunfo se tratara. Y tal vez lo fue.

En la pantomima estuvieron involucrados el conciliador del Senado, Germán Varón, el presunto conciliador de la Cámara, Gabriel Vallejo y Jairo Cristo. No se sabe a ciencia cierta quién tiene la razón en sus argumentos para excusarse. O tal vez todas la tengan en el sentido de que la orden de muy arriba era que pasara esa ley tan necesaria en un país de tanta corruptela.

Las respuestas conocidas a pocas horas de que la evidente maquinación viera la luz pública, tiene también como actores la Ministra del Interior Nancy Patricia Gutiérrez; al presidente del Senado, Ernesto Macías y al presidente de la Cámara Alejandro Chacón. Cada uno con su parte, en un triste juego de irresponsabilidades, ineficacias y desvergüenzas. Lo peor, lo más risible, que al tiempo produce rechazo ciudadano, es que esta iniciativa había sido radicada a mediados de 2017 y el plazo era hasta ayer.

Coletilla: al cierre de esta columna se conocen las cínicas declaraciones de alias El Diablo. Patético lo que ocurre en nuestra sociedad.

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