Sin anestesia de ningún tipo, el Gobierno ha propuesto bajo el eufemismo de ley de financiamiento un proyecto que busca recaudar la bicoca de $14 billones. Lo hace, dice el mismo Duque, “para cubrir necesidades del próximo año”. La propuesta es un doloroso golpe directo al bolsillo de los de abajo, el cual, proporcionalmente, es más duro que a las chequeras de los de arriba. Sus ejes son la ampliación de la base para cobrar IVA a la canasta familiar; imponer cárcel a evasores; subir la tasa de renta de las personas naturales y disminuir la misma tasa a las empresas.
A su vez, y de complemento, la anunciada reforma tributaria le produciría daños colaterales a los pensionados que reciban mesadas medias. Ambos proyectos son tan impopulares que algunos de los congresistas que respaldan irrestrictamente al Gobierno se niegan a apoyarlos, incluyendo a varios de sus fraternos del Centro Democrático. Lo más sorprendente son los anuncios de demandas contra el mismo equipo económico del presidente Duque.
Quiere decir esto que el joven mandatario, con 87 días en el tan anhelado cargo, enfrenta una de esas crisis que se arreglan con lo que ahora llaman mermelada a partir del gobierno de Santos, pero que antes, y durante todos los gobiernos, ha sido bautizada de diferentes maneras. O qué tal los “auxilios parlamentarios”, o los cupos indicativos, o los contratos, o las “corbatas”, o los nombramientos en altos cargos a amigotes y familiares.
Así que es muy probable que haya mermelada corrida para que este discutible proyecto convertido en golpe a la quijada del ciudadano de a pie salga adelante. De tal manera que el impacto podrá ser doble: el cobro del Impuesto de Valor Agregado, IVA, a los productos de la canasta familiar y la entrega de la mermelada bajo otra denominación, para que el Congreso lo apruebe. Valdría la pena una verificación ciudadana para establecer quiénes son los congresistas opositores y cuáles son los que votan a favor del proyecto después de unos “ajustes” aceitados con favores.
Al final se ve una reforma fallida, cuyo gran gestor es el impopular ministro de Hacienda, quien en menos de tres meses ha protagonizado un escándalo y dos proyectos dudosos. Tanto es que los mismos congresistas del Centro Democrático le propusieron para suavizar la situación un sustancial aumento del salario mínimo, o un significativo incremento de la prima anual para trabajadores cuyos ingresos no sobrepasen tres salarios mínimos mensuales vigentes.
Es verdad que el proyecto contiene propuestas que reducirán impuestos a pequeñas y medianas empresas con el fin de generar empleo, pero también el Gobierno debe buscar los recursos mediante el mejoramiento del recaudo tributario y la lucha contra el contrabando y la evasión.
Pero de todos modos el asunto da lugar a una ecuación simple: si el consumo se grava la ciudadanía preferirá guardar la plata en vez de comprar. El resultado será poco circulante y bajas ventas. Ojo, ¡cuidado sale el tiro por la culata!
mendietahumberto@gmial..com
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