Junior, Borja y Bacca
La vida entrecruza el camino de los seres humanos cualquiera sea su actividad.
Hay cosas que pasan para que puedan pasar otras. Muchas veces, esas acciones son casi imperceptibles, otras son evidentes y las tomamos con aquella sentencia, casi mística, que todo pasa por que tiene pasar y pasa para bien. No sé si sea exactamente así, pero hay sucesos que se tocan, unos con otros, en que, evidentemente, uno tenía que ocurrir para que ocurriera el otro.
En los últimos días, la atención en el fútbol colombiano se centró en Miguel Borja y su paso a River Plate. Cuando terminó su traspaso, apareció el regreso de Carlos Bacca al Junior.
El sábado debutó Bacca con Junior ante Santa Fe y fue un soplo de buen fútbol para el alma. El reencuentro de Bacca con la camiseta añorada por él en su largo periplo por Europa y la alegría del Juniorismo por verlo volver.
A los 22 minutos del segundo tiempo ingresó por Carmelo Valencia con el marcador 1-0 a favor y fue como si nunca se hubiera ido. Fútbol bien jugado, lectura de partido, generación en el circuito ofensivo, pases y remate a puerta, y el pase gol a Nelson Deossa para el 2-0 que puso el marcador inalcanzable para el equipo bogotano.
El domingo, a miles de kilómetros del ‘Metro’, Borja ingresó por Ezequiel Barco a los 16 minutos del segundo tiempo. El juego de River Plate frente a Aldosivi estaba igualado 0-0. No era el Metro, era el estadio José María Minella, no era Barranquilla, era La Plata, no hacía calor, el frío rozaba los once grados, no había sol, la neblina casi no dejaba ver el arco a media distancia.
Y Borja, con guantes negros y camiseta manga larga, después de arrodillarse y de orar de acuerdo a su costumbre, entró al terreno y lo que vino después fue un concierto para jugar bien y hacer productivo al fútbol. Recuperación, salida rápida, pecho, ocho, regate en media baldosa, dos pases gol y gol incluidos.
Dos buenos seres humanos, dos buenos jugadores de fútbol, dos goleadores, fueron unidos por la vida y el buen Dios para cambiar de aires y retomar la buena marcha de su actividad profesional sin traumas, sin esperas, casi que sin tiempo para pronunciar el hasta pronto de Borja y el hola de Bacca.
Es la vida, con su vieja costumbre de movernos como un juego de ajedrez. O de fútbol, para ser más exactos…
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