Vino a Barranquilla el heredero del Rey jubilado que le dijo a Hugo Chávez: “¿Por qué no te callas?”. Felipe VI asistió a un congreso mundial de juristas. De paso, inauguró el edificio más alto de la ciudad construido por unos inversionistas españoles, llaverías de infancia del monarca. Wikipedia, que todo lo sabe, dice que Felipe VI es el primer Rey de España en la historia que posee estudios universitarios. Hizo una licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid. 

Felipe VI, el jefe de Estado ojiazul y de casi dos metros de estatura, visitó una ciudad sin abolengos coloniales. Por eso para los barranquilleros es exótico que los españoles acaten a un Rey y los ingleses a una Reina longeva que ya parece embalsamada. 

El Rey vino en un momento en que Barranquilla ha recuperado la respiración tras unos agotadores meses de encierro, contagios y muertes. Quedan los estragos del desempleo y la informalidad crecida con sus secuelas de mayor pobreza colectiva. 

“¿No te imaginas quién preparó el postre a Don Felipe, ‘el hermoso’?”, me dijo Dany Oviedo Marino, mi compañero en Protransparencia, evocando burlonamente a Felipe I de Castilla. “¿Quién?”. “Valentina, mi prima”. 

Hoy de 24 años, a Valentina Oviedo Correa la conocí estudiando en el Colegio Americano. Tras desertar del programa de Administración de Empresas de la Universidad del Atlántico, se especializó en pastelería. 

“Lo mío era la cocina”, me dice. Fue al Sena un año. Estuvo dos años en el Instituto Argentino de Gastronomía, en Buenos Aires. En septiembre de 2019 efectuó un intercambio laboral en el Hotel Faena de Miami Beach, el epicentro del turismo de alto nivel. Trabajó bajo la batuta de un chef francés y compartió con latinoamericanos y asiáticos. La sorprendió la pandemia sin interrumpir su aprendizaje. 

En febrero retornó a Barranquilla. Comenzó a trabajar en Casa La independiente en el viejo Prado, que agrupa a Palo de Mango, Okra, Lola y MCocina. Es la chef pastelera en tres de estos establecimientos. Allí ha innovado y cambiado la carta de postres. 

“¿Qué preparaste para el Rey?”, le pregunté. “Milhojas de coco y titoté”. Ese día madrugó con el equipo de Palo de Mango, responsable del almuerzo ofrecido por el presidente Iván Duque en el Cubo de Cristal. Para las preparaciones fue habilitada la Casa Catinchi. El almuerzo, a cargo del chef Alex Quessep, fue hayaquitas de cordero, aceitunas verdes, huevos de codorniz y tomate confitado; filete de pescado de temporada bañado en leche de coco con pava en ají y yuca con queso costeño y cebollín, y paquete de  vegetales en hojas de col, relleno de ensalada de aguacate, tomate, pepino y cilantro. Nada mal en una ciudad donde mucha gente no tiene para comer.

“Yo soy pastelera”, me dice risueña Valentina. Y no puedo evitar la carcajada por la connotación metafórica que los barranquilleros le damos a esa palabra.

@HoracioBrieva