En un amplio informe de la colega Alexandra De la Hoz, EL HERALDO visibilizó el domingo 7 de octubre el tema del megatanque de 7 de abril, alrededor del cual ha habido reacciones en las redes sociales y expresiones de inconformidad en el vecindario cercano a la obra.  

Este megatanque –contratado en la administración de la exalcaldesa Elsa Noguera De la Espriella, a través del Área Metropolitana– es una especie de alberca monumental con una capacidad de almacenamiento de 25.000 metros cúbicos de agua. 

Cuando se anunció el proyecto, entre cohetes y ditirambos, se le presentó como la más grande megaobra de su tipo en América Latina. Se contrató por un valor inicial de $23.604 millones y, de acuerdo con el cronograma, debía ejecutarse en un plazo de 10 meses. Como la construcción arrancó en febrero de 2015, el megatanque tenía que estar listo en diciembre de ese año. Estamos en octubre de 2018 –han pasado casi tres años– y la obra, con los trabajos adicionales que demanda, entraría en funcionamiento en abril de 2019 (no se asombren: esta es la patria del Sagrado Corazón), y terminaría costando $37.173 millones, aunque también podrían ser $45.000 millones. El Distrito es el principal aportante.

Uno de los tantos inconvenientes que ha tenido la obra es que durante unos ocho meses no hubo interventoría; luego la ejerció hasta el 2016 el consorcio Aguas 14, y actualmente ese rol lo cumple Edubar en virtud del convenio interadministrativo con la Alcaldía Distrital. 

El responsable de la ejecución del proyecto es el consorcio Hidrotanques que maneja el conocido contratista Carlos Vengal, quien afronta varios embargos que mediáticamente han colocado en entredicho su solidez financiera. Me pregunto si en los descuadres financieros de la obra ha incidido el pago de coimas. A Hidrotanques le adeudan unos $12.000 millones.

El megantanque está básicamente instalado, pero para ponerlo en funcionamiento se requieren unas intervenciones complementarias, entre ellas unas muy importantes que le garanticen estabilidad y que eviten que la obra vaya a colapsar, a la manera de Hidroituango,  teniendo en cuenta que está construida sobre suelo arcilloso. ¿Eso no lo sabían antes de construir el megatanque? ¿Y los estudios de suelos?

Ya sabemos –por los derrumbes de Campo Alegre– lo altamente peligrosas que son las arcillas expansivas. Un deslizamiento de este megantanque significaría perder toda la inversión pública que se ha hecho en miles de millones de pesos. Sería un desastre imperdonable.  

En los compliques de esta obra hay –claramente– una mezcla de responsabilidades que sacan a flote algo que ya es una enfermedad crónica del sector público: emprender proyectos que se hacen mal o quedan a mitad de camino. Ojalá, finalmente, el megatanque logre sortear todos los contratiempos que ha tenido. Es una obra vital para la comunidad. 

@HoracioBrieva