El Heraldo
Opinión

En el nuevo año

Sin haberse acabado la pandemia y desarrollándose una nueva ola de infecciones por la variante ómicron, dolorosamente encontramos que las esperanzadoras señales de cambio de algunos individuos en los grupos que cité pasarán a la historia con el año viejo. 

Cuando la Organización Mundial de la Salud declaró la actual emergencia sanitaria por SARS CoV-2, solo unos pocos habitantes de este planeta dimensionaron lo complejo de la situación que se empezaba a enfrentar. La escasa información disponible en ese histórico momento provenía de publicaciones científicas y medios masivos que compartían como denominador común la incertidumbre. Por increíble que hoy suene, a pesar de haber tenido varias alertas y de conocer que las pandemias forman parte de la historia de la humanidad, esta nueva declaración nos encontró con una precaria preparación colectiva para enfrentarla de manera adecuada.

Ante la rápida expansión de la enfermedad y la aparición creciente de casos en nuestro territorio, en muy pocos días, las declaraciones cargadas de informalidad y esperanza que realizaban nuestros líderes políticos fueron sustituidas por intervenciones solemnes en las que se nos anunciaba la implementación de medidas draconianas que pusieron en pausa muchas de las actividades de nuestra vida cotidiana.

La escolarización, el relacionamiento social, la recreación y la forma en que expresábamos nuestro cariño cambiaron súbitamente. Interactuar con otros por fuera de nuestra “burbuja” era inseguro. El peligro de muerte, que infectarse representaba, motivó a un número nunca visto de personas a actuar con solidaridad ante la amenaza. Grupos de apoyo académico, científico, gremial, social y político se crearon de manera espontánea y desinteresada alrededor del mundo para trabajar en busca de soluciones que ayudasen a mitigar los efectos de la pandemia.

La investigación científica mundial, tradicionalmente plagada de celos, empezó a ser abiertamente colaborativa. Esta estrategia dio rápidamente sus primeros frutos al poner al servicio de la humanidad evidencia que orientó con mayor asertividad la toma de decisiones, por ejemplo la utilidad del uso correcto del tapabocas. En tiempo récord también se logró desarrollar vacunas contra el agente causante de la mortal enfermedad. Y como si lo anterior fuese poco, a la fecha, dos tratamientos específicos contra el coronavirus han recibido autorización de emergencia para su uso.

En el ámbito local, los diferentes grupos políticos y gremiales pudieron superar la desconfianza que ha enmarcado sus relaciones. En rápidos consensos lograron concretar iniciativas para flexibilizar pago de impuestos, apoyar compra de biológicos, y adelantar primas y salarios, entre otros.

Desafortunadamente al percibir que la amenaza cede, el egoísmo empieza a recuperar el espacio que había ganado la solidaridad en el comportamiento de nuestra sociedad. Sin haberse acabado la pandemia y desarrollándose una nueva ola de infecciones por la variante ómicron, dolorosamente encontramos que las esperanzadoras señales de cambio de algunos individuos en los grupos que cité pasarán a la historia con el año viejo. 

A pesar de lo anterior creo, con prudente ilusión, que el ejemplo exitoso de trabajar unidos desde la investigación, la política y lo gremial para alcanzar objetivos comunes se replicará en el nuevo año por la mayoría de los actores involucrados.

Muchos de los problemas que hoy como sociedad nos afligen serán solucionados cuando decidamos ocuparnos de ellos sin las ataduras de las mezquinas agendas individuales.

¡Feliz y próspero año nuevo!

@hmbaquero

 

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