Autócratas 3P
Si bien, ya en Colombia hemos tenido algunas muestras temporales de los abusos que ocurren en gobiernos autoritarios que usan con habilidad las 3P, nunca hemos estado tan vulnerables a padecerlos de manera prolongada como lo estamos ahora, cuando los poderes legislativo y judicial tienen tan baja legitimidad.
El próximo domingo en Colombia se realizará la primera de las tres jornadas electorales programadas para este año. El futuro de nuestro modelo de Estado, incluso, más de lo que estamos dispuestos a aceptar, lo definiremos en las urnas ese día.
Entre un gran número de opciones, y con una ventana de tiempo de solo 8 horas, deberemos escoger a quienes nos representen desde el legislativo durante los próximos cuatro años. Elegir, con plena conciencia, un buen senado, nos dará cierto nivel de tranquilidad frente a la posibilidad, cada vez más cierta, de tener en el Palacio de Nariño a un presidente perteneciente a esa categoría mundial de gobernantes que Moisés Naím llama, en La revancha de los poderosos, su último libro, “autócratas 3P”.
Naím utiliza esa denominación para caracterizar a dirigentes que llegan a gobernar elegidos en debates razonablemente democráticos. Relata que estos personajes, cuando empiezan a ejercer el poder utilizan el populismo, la polarización, y la posverdad (3P) para eliminar los contrapesos y llevar lentamente y con sigilo, a limitar progresivamente las libertades de sus gobernados, con el objetivo final, de ejecutar sus planes autocráticos. La historia de cómo surgen y se perpetúan estos líderes es igual, independientemente de la ideología en la cual basen su proyecto político. Como ejemplos de autócratas 3P de izquierda puedo citar a López Obrador en México y Ortega en Nicaragua; en la derecha se ubican Bolsonaro en Brasil, Bukele en El Salvador y Duterte en Filipinas.
Con inquietud he percibido que algunos de los candidatos y precandidatos a la presidencia del país se sienten muy a gusto con esa visión estratégica populista y polarizante de la división de la sociedad en dos grupos excluyentes: una élite corrupta y codiciosa, y un pueblo puro traicionado y agraviado. Incluso, algunos de ellos, con sus evidentes limitaciones de estadistas, han usado esta conveniente mirada reduccionista como base para la construcción de discursos alrededor de una supuesta realidad catastrófica que amerita construir todo nuevamente desde cero. Para lograr lo anterior, estos personajes genuinamente parecen convencidos que solo ellos, con sus “poderes mesiánicos” y con facultades extraordinarias que se otorgarán vía declaración de emergencia, podrán emprender y realizar esa titánica tarea.
Como si lo anterior no fuera suficientemente intranquilizante, algunos también han dejado entrever que desprecian la ciencia y los conceptos de los expertos. Su opinión es que los científicos y los doctos pertenecen a la élite opresora y que sus opiniones solo buscan humillar más al pueblo, contradiciendo a su líder salvador.
Si bien, ya en Colombia hemos tenido algunas muestras temporales de los abusos que ocurren en gobiernos autoritarios que usan con habilidad las 3P, nunca hemos estado tan vulnerables a padecerlos de manera prolongada como lo estamos ahora, cuando los poderes legislativo y judicial tienen tan baja legitimidad.
Tener senadores que gocen de la credibilidad de sus electores al trabajar sin un interés diferente a representarlos, nos garantizará que como corporación lograrán la contención y el control de los deseos insaciables de un presidente autócrata 3P. Finalmente debemos recordar que, para muchos analistas, gran parte de nuestros problemas sociales se han acrecentado después de que con dádivas se lograra cambiar un “articulito” de nuestra constitución.
@hmbaquero
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