Mendigando vacunas
Pasé por el parque Washington y había una fila, ahí está mi vacuna, pensé. Pero estaban tomando pruebas de PCR para diagnóstico.
Temprano desde esta mañana estoy haciendo fila en el Romelio Martínez para ver si logro vacunarme después de tantas averiguaciones frustradas, y basado en la promesa que me hizo un funcionario de salud distrital acerca poder hacerlo este jueves.
Se nos ha convertido en tragicomedia para varios amigos encontrar sitio, día y hora para vacunarnos contra el coronavirus, por razones que resultarían cómicas si no estuvieran nuestras vidas en riesgo. Relato las mías.
Conocedor de la ineficacia de nuestro sistema de salud y de la falta de compromiso serio de parte de ellos hacia nosotros, empezando por el respeto de nuestras vidas -sobran ejemplos de situaciones en las que por incapacidad o corrupción, han fallecido personas-, decidí hace 2 meses empezar a ubicar dónde debo vacunarme; vale decir, dónde debo ir para que el Ministerio de Salud de Colombia cumpla con su deber constitucional de proteger mi vida en una calamidad que es de carácter nacional y está en sus manos resolver.
De mi EPS he recibido con cierta frecuencia cuestionarios para llenar los datos de mi identificación para, supuestamente, adjudicarme un turno, el cual no aparece. He estado tan atento que contesté la que enviaron para una segunda fase de 60 a 79 años. O sea, no me vacuné en la primera fase en la que debía estar por edad y por ser médico que atiende pacientes. Nadie me llamó de ninguna parte. Llamé a la persona encargada de las vacunas en la entidad donde trabajo en Santa Marta y me contestó que estaba en la lista y podría ser el único psiquiatra no vacunado. Ñerda. Le pregunté cuándo podría vacunarme y me respondió que cuando llegaran. Enseguida, los tres síntomas cardinales de la ansiedad: taquicardia, dificultad para respirar y dolor en el pecho, al preguntarme y recriminarme en qué pude haber fallado.
Pasé la alerta a mis amigos y me tienen corriendo cual mendigo por la ciudad en busca de mi vacuna. Domingo, temprano, me dicen que están vacunando en el Romelio Martínez; medio me baño, pero buen aseo en los hombros para el pinchazo. Me dicen que sí, pero sólo a mayores de 75 años. Pateo el césped en protesta por esta incómoda juventud mía. Me dicen que regrese este jueves.
El martes fui a mi EPS, mucha gente en la puerta, me dijeron que sí podía vacunarme, con un pero de Condorito, no están atendiendo porque se cayó el cielo raso y hay que esperar. Ayer volví a la EPS con respectiva mirada al techo. Por primera vez me identifiqué como médico -no sirvió para un carajo- y les dije que había llenado todos los cuestionarios y venía a vacunarme porque un funcionario me dijo que podía hacerlo. Me contestó que se acabaron las vacunas y debía esperar a que me llamaran.
Pasé por el parque Washington y había una fila, ahí está mi vacuna, pensé. Pero estaban tomando pruebas de PCR para diagnóstico.
Aquí estoy en la fila en el Romelio Martínez, sereno moreno.
haroldomartinez@hotmail.com
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