Acaban de compartirme un cuadro comparativo de Modificaciones al Tipo Penal de Violencia Intrafamiliar-Ley 1959 de 2019, por medio del cual se adicionan y modifican artículos de la Ley 599 de 2000 y la Ley 906 de 2004. No es del caso desglosarla para comentarla porque la recomendación que prefiero hacer es que la consigan, la lean y la tengan como texto de consulta en cada hogar ante el crecimiento incontenible de la violencia que hay en un número significativo de hogares que son, en realidad, pequeños campos de concentración en los que se abusa de muchas maneras entre los miembros de la pareja, de los padres a los hijos, de los hijos a los padres, de los nietos a los abuelos, de la expareja aun sin vivir en el mismo hogar. No se escapa nadie, se están aumentando las penas a los (las) reincidentes, la revictimización será duramente sancionada, se contempla el riesgo de violencia o la manipulación, como la económica, por ejemplo.
Con una mano celebro y con la otra me rasco la cabeza y cruzo los dedos para que no vaya a salir uno de aquellos que leyeron el libro “Trucos, retrucos y recontratrucos del Derecho”, en el que le encuentran la quinta pata a la mesa para protestar alguno de sus parágrafos, o bajar las penas en otros, o, el mayor de los trucos: la casa por cárcel.
El maltratador, el abusador, no tiene derecho a nada. Es una persona perfectamente consciente de lo que está haciendo, lo que hace es con el conocimiento de causar daño y dolor, siempre obtiene un beneficio con su acto perverso, además de disfrutar del sufrimiento del otro. En sentido estricto de la ley y de la medicina, podrían estar exentos aquellos a quienes se les demuestre incapacidad para responder por sus actos, por enfermedad mental, neurológica o sistémica que afecte la capacidad de raciocinio del abusado en cualquiera de los sentidos.
Antes del conocimiento de las adiciones y modificaciones a lo existente en leyes para calificar y sancionar la violencia intrafamiliar, es pertinente preguntarse por qué se llega a ese punto, por qué aparece la violencia o el maltrato en una familia. La respuesta es inequívoca: hay una lucha por el poder, sea entre la pareja de padres, o entre los padres y los hijos, o de los hijos hacia los padres. El entender esa lucha de poderes es lo que permite aclarar el conflicto y prevenirlo o resolverlo. En caso contrario, lo que hacemos es buscar culpables y arrojarle los síntomas a algún miembro de la familia no fuera de ella.
Ojalá se socialice pronto la nueva Ley sobre violencia intrafamiliar y podamos hacer una gran reflexión nacional sobre este nivel de agresividad en que andamos en todos los escenarios de nuestra sociedad, de las maneras más sutiles a las más grotescas en contra de alguien. Es un clima emocional muy distorsionado y distante de lo que debe ser la convivencia entre los llamados seres humanos.
haroldomartinez@hotmail.com
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