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Equipazo

Cada vez que algún jugador comete un error, o nos hacen un gol, mis amigos futboleros me llaman o me escriben para insultarme o culparme de lo que pasó, porque saben que estoy en la primera línea para defender al equipo, como hice en el partido de semifinal contra Argentina que perdimos en penaltis; me dijeron de todo por el primer gol y yo me mantuve impertérrito, calmándolos mediante mi absoluta confianza en el equipo, ratificada con creces.

Ya les dije a mis amigos amantes del fútbol que voy a empezar los abonos para el tiquete a Qatar para ver a nuestra selección jugando buen fútbol en la península arábiga. Con esta selección me la juego ante cualquier selección del mundo con la seguridad de saber que somos capaces de enfrentar a estos rivales en igualdad de condiciones futbolísticas porque tenemos la capacidad para hacerlo. Cuatro pruebas en pocos días frente a los equipos más fuertes de América, una contra Brasil, una contra Uruguay y dos contra Argentina, y en todas estuvimos a la altura del compromiso, llegando a someter futbolísticamente por momentos a estos encopetados equipos que tienen más tiempo de trabajo que nosotros detrás de una idea de juego.

Voy a decir algo que puede sonar exagerado para los no creyentes, pero si se analiza con criterio nos percataremos de tener un equipo que es capaz de hacer 3 o 4 cambios en un solo movimiento y configurar otra forma de funcionamiento, no un plan B, sino un cambio total de la forma y los ritmos para ser capaces de revertir marcadores en contra jugando bien; eso transmite mucha seguridad y confianza en el equipo.

Pero hay un alto porcentaje de la población nacional que todavía maneja complejos de inferioridad frente a selecciones como las mencionadas y se sientan frente al televisor con una camándula a pedir clemencia a los cielos para que no nos hagan muchos goles, en un desconocimiento total de quiénes son estos muchachos y su técnico, así como el esfuerzo que hacen para representarnos como país. Y no me queda más que repetir que la selección sigue siendo la diapositiva exacta que nos define como nación con una emoción. Por desgracia, esa emoción está contaminada de tal dolor que nos creemos víctimas de una situación que no podemos cambiar y nos autosaboteamos cualquier intención de cambiar el estado de cosas con tal de demostrar que es cierto, que no podemos mutar. Nuestro peor defecto como nación-emoción es que no confiamos en nosotros mismos ni en el otro. Ese es el origen de nuestros complejos, ese predeterminismo transmitido entre generaciones que no nos permite creer que esos muchachos sean capaces de competir al máximo nivel, así como tampoco creemos que podamos revertir nuestra situación social y nos saboteamos de muchas maneras.

Cada vez que algún jugador comete un error, o nos hacen un gol, mis amigos futboleros me llaman o me escriben para insultarme o culparme de lo que pasó, porque saben que estoy en la primera línea para defender al equipo, como hice en el partido de semifinal contra Argentina que perdimos en penaltis; me dijeron de todo por el primer gol y yo me mantuve impertérrito, calmándolos mediante mi absoluta confianza en el equipo, ratificada con creces. Cuando se acabó el partido no escribieron más, creo que se convencieron de tener tremendo equipo al que debemos apoyar de manera incondicional.

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