¿Cuántos, dónde y cómo, somos, estamos y vivimos los colombianos? Son las preguntas básicas cuyas respuestas permiten establecer con fundamento las políticas públicas de salud, educación, vivienda, infraestructura, planificación familiar, energía, agua potable, saneamiento básico, etc., etc.

Para dimensionar sus implicaciones baste decir que en la próxima década la Nación transferirá a los departamentos y municipios en promedio más de 53 billones de pesos al año, con base precisamente en las luces que arroje el censo sobre los criterios que determinan la repartición de semejante torta. Ni qué decir lo indispensables que resultan esos datos para afinar el plan de desarrollo del próximo gobierno y elaborar el de los dos siguientes.  

Las más recientes proyecciones de población muestran que en algún momento de este año Colombia llegará a 50 millones de habitantes. Desde el Río Grande hasta la Tierra del Fuego, solo México y Brasil superan esa cifra y en el mundo solo hay 25 países que lo hacen. La complejidad logística e informática de elaborar un censo de esa magnitud constituye un tremendo desafío. Hay que seleccionar, contratar, entrenar, desplegar y retirar más de 30.000 personas en menos de un año y eso contando con que al menos un 10% de la población lo hagamos a través del eCenso, que hace el proceso fácil, seguro y rápido.

Criticar el método digital es un desatino. Fue para los censos de Estados Unidos que se inventaron las máquinas tabuladoras de información que pronto dieron nacimiento a la International Business Machines, IBM, y poco después a los computadores. Nuestro país tiene una larga tradición censal. Hemos realizado 18 censos desde 1.825. Y desde hace medio siglo todos los formatos de los censos llenados a mano  han sido necesariamente vertidos a forma digital en los computadores del DANE cuyo manejo técnico y rigor en la preservación de la privacidad cumple con los más exigentes estándares y de calidad existentes en el mundo. 

Y decir que se aplace es un dislate. El Censo hay que hacerlo ahora porque hace 13 años hicimos el último y muchas cosas han cambiado. Su realización no tiene nada que ver con el proceso electoral que vivimos. En una democracia no pasa un año sin que haya docenas de elecciones. Según eso no habría momento adecuado para hacerlo. Y si se le fuera a dar usos perversos lo mismo daría que se realizara en cualquier otro momento. De acuerdo con la reserva establecida en la Ley de Estadística, ninguna entidad del estado, ni los de la rama judicial, puede tener acceso a información individual obtenida con propósitos estadísticos. Ni siquiera los investigadores del DANE pueden identificar las personas que diligencian una encuesta o un censo.

De manera que dejemos de creer en confabulaciones censales y en monstruosidades cibernéticas y pongámonos más bien a llenar los formularios del eCenso ingresando a la página ecenso.dane.gov.co para descansar de la rumba carnestoléndica.

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