Cuando Zinedine Zidane fue designado técnico del Real Madrid recuerdo que hice una semblanza sobre la magia de su andar en la cancha en su etapa de extraordinario futbolista. “El balón le llegaba y su pie mágico lo adormecía, lo ponía a su servicio, sumiso”. Al tiempo que rememoraba su fantasía hacía notar que ese talento superior no se transmite por ósmosis (su Madrid pocas veces ha jugado con el brillo que él tuvo).Que el fantástico jugador que fue, era una onceava parte del plan, superlativa, sí, pero onceava, y ya en su nueva función como líder él era el diagramador de todo el plan. Dos roles totalmente diferentes. En medio de cierta desconfianza por ser un imberbe, pero con la credulidad puesta en su aura de crack que debería estimular la admiración de sus nuevos dirigidos, y sobre todo del conocimiento que tenía del entorno blanco, Zidane emprendió tamaña misión. Tres temporadas después se ha convertido en el primer entrenador que conduce a un equipo a tres finales de la Champions League de manera consecutiva. Que es más factible que un técnico del Real Madrid logre semejante hazaña, cierto, pero ha sido él quien lo logró, ninguno de los anteriores lo había conseguido, y por ahí han pasado los más célebres y acreditados entrenadores. Con un liderazgo apacible, supo darle sosiego a un vestuario que había quedado fracturado por temporadas sísmicas por el modelo arrogante y pendenciero de Mourinho. Desde su calmada forma de responder en las salas de prensa, acompañada siempre de una sonrisita final con un tufillo socarrón pero no agresivo, hasta las decisiones más trascendentales en alineaciones, Zidane no necesita de gestos ampulosos, ni de remarcar su autoridad en cada una de ellas. Es fuerte pero amable. Es conciliador pero no débil. No se siente más importante que las estrellas que tiene el Madrid, pero les hace saber quién decide. Su último triunfo en esa faceta de saber persuadir a sus jugadores fue convencer a CR7, el año pasado, de rotar, así cediera terreno en la disputa por el ‘Pichichi’ con Messi, en favor de llegar en plenitud al tramo final de la Liga y la Champions, como efectivamente ocurrió. Zidane no ha creado un estilo futbolístico novedoso, tampoco ha continuado o potenciado alguno ya existente. No creo que exista, o vaya a existir, un ‘zinadeísmo’ para emular o copiar sus preceptos tácticos, pero, y a pesar de algunas extravagancias (Lucas Vásquez de lateral en una semifinal) Zidane es el líder de la recuperación de la hegemonía europea del Madrid. Y es el técnico récord.
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