Santiago Segurola, reconocido y respetado periodista español, publicó en algunos diarios (yo lo leí en la Nación de Argentina) su desencanto con el recién finalizado campeonato Mundial de Rusia. Entrega diez razones para reafirmar su opinión que intitula el artículo: Rusia 2018 fue uno de los peores Mundiales de la historia.
¿De los peores de la historia? Quién sabe. Yo, varias veces, he referido al nivel discreto que se ve en los mundiales, aún con los títulos alcanzados por Alemania y España, en 2014 y 2010 respectivamente, dos buenas Selecciones con una idea atractiva (con una reproducción imperfecta del modelo ideal en Rusia).
Grosso modo, Segurola y algunas de sus razones: Francia, el sólido Campeón, tuvo un tufillo especulador inocultable contando con una de las mejores nóminas del mundo. Argentina, a pesar de Messi, hace rato no es un buen equipo. No hubo un gran partido, uno inolvidable. La inesperada destitución de Lopetegui, técnico de España, generó un desastre emocional en una de las selecciones favoritas. El VAR favoreció el mal juego de Inglaterra. El 43% de los goles se marcaron de pelota parada, es decir en situaciones donde, según él, el juego no influye (yo creo que olvida que se necesita un excelente centrador, excelentes cabeceadores, movimientos distractores, actores y partes del juego). Francia ganó la final con apenas el 36% de la posesión del balón.
Coincido en algunas de sus opiniones, pero en otras discrepo. Yo no creo que Inglaterra tuviera como patrón el buen juego aéreo de algunos de sus jugadores, a los que exprimió en ese campo. La alineación de Lingard y Delle Alí como los conductores, Sterling como segundo delantero y Young y Trippier como carrileros anunciaban otra cosa. Quizá haya ocurrido que como el VAR intimida, disminuyeron los torpes abrazos en el área y benefició a los cabeceadores.
En el caso del 36% de posesión de Francia en la final, el mayor o menor porcentaje de la posesión no hace que se juegue mejor o peor (motivo de otra columna, porque parece haber, hoy por hoy, una confusión del papel de la posesión). Pero con lo que más discrepo es que él considera que el VAR desnaturaliza el juego. ¿Cuál es la naturaleza del fútbol? ¿La trampa, la injusticia? ¿Que el árbitro, en jugadas determinantes, no pueda tener una ayuda de los avances tecnológicos? ¿Que el resultado, el trabajo de jugadores y técnicos, la ilusión de miles de hinchas, la historia, quede en manos, solamente, de un árbitro que tiene que decidir en fracciones de segundo, corriendo, con elevadas pulsaciones y bajo presión, las jugadas más decisivas y complejas?
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