Política de ficción
Los ciudadanos tendrán la alternativa de seguir eligiendo a los peores o buscar a los mejores. Hoy aún no es claro quiénes son estos.
La política colombiana es ficción. A año y medio de finalizar el mandato de Duque, arrancó la campaña para el 2022, con un océano rojo de precandidaturas, en medio del despilfarro y saqueo del patrimonio público, sin antecedentes por su volumen y amparados en la pandemia, a favor de grandes emporios económicos y con costosísimas vacunas y propaganda gubernamental en televisión. Este gobierno y su estéril gestión son el entorno formal que soporta la política en el país; gobierno que tristemente ya pasó desapercibido. El único tema que simuló atender fue la pandemia. Terminó haciéndolo a favor de unos pocos y abandonando a su suerte a la inmensa mayoría de colombianos, la salud, la educación, los informales y a micro, pequeños y medianos empresarios (más de 509.000 pequeñas empresas han sido liquidadas). Ganaron las élites más poderosas y menos democráticas, el voraz y especulativo sector financiero y las grandes farmacéuticas, que al parecer negociaron confidencialidades con precios exorbitantes por vacuna y la entrega de estas a cuentagotas; y ya empiezan los escándalos de vacunas que se pierden sin explicación, no por problemas de aplicación.
Es ficción que tengamos: 4 precandidatos en el Partido Verde; 4 en Centro Democrático; 6 en dos bloques de coalición de centro izquierda, izquierda y derecha; 3 conservadores; y 3 en el bloque de los exalcaldes de Bogotá, Medellín y Barranquilla. El Partido de la U ha dicho que tendrá candidato; y aún no se han decidido los partidos Cambio Radical y Liberal y otras minorías políticas. Alejandro Gaviria es otro hipotético candidato. Los candidatos quisieran presentarse como independientes, pues parece que se avergüenzan de sus propios partidos, pero tampoco los sueltan, por si acaso; al fin y al cabo, todo voto cuenta en una posible disputa que se augura muy cerrada. Lo que parece importar son las individualidades no las ideas ni los programas. Las coaliciones se están armando en torno a individuos mientras que los problemas de empleo, educación, salud y pandemia son pura ficción.
Los espacios de los partidos están siendo ocupados por organizaciones sociales, individuos, dirigentes, líderes de opinión e influenciadores. Colombia tiene un sistema de partidos moderadamente agrupado, polarizado, dominado ideológicamente por el bipartidismo liberal-conservador, con partidos pequeños, poco estructurados, indisciplinados y sin proyecto de nación. A falta de partidos fuertes, agrupados y con sólida estructura electoral, buenas se consideran las coaliciones más inverosímiles para el 2022.
Existe una política sin partidos que tiende a ser colonizada por seudopopulistas, que hacen política de emoción para controlar individualmente la vida social. Van desapareciendo los partidos estructurados y aparecen movimientos o expresiones que solo buscan votos y se disuelven con la misma facilidad como aparecen. Por eso cuando tienen el mandato popular actúan como voceros y defensores de intereses particulares, no de propuestas. Frente a todo esto, guardamos silencio o somos permisivos. Los ciudadanos tendrán la alternativa de seguir eligiendo a los peores o buscar a los mejores. Hoy aún no es claro quiénes son estos.
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