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Las tusas de amigas

Hoy rompo el silencio de mi tusa de amigas, le dedico esta columna a muchas que se han ido y vuelto sin sospechar mi sentir, otras que están en la actualidad haciéndome sentir el duelo de no tenerlas (aunque en el fondo sepa que las tengo) en todo caso son tiempos de habilidades emocionales y hoy desvisto el alma para afirmar que extraño conversaciones por Whatsapp, llamadas bonitas charlando sobre todo y nada, hablando de las locuras mutuas, o mejor emprendiendo un viaje no planeado pero muy deleitado, recorrer las rutas del caribe, ir al mar, tomar cócteles o escuchar  la playlist que nos gusta. 

Qué habría sido de las mujeres en el patriarcado sin el entramado de mujeres alrededor, a un lado, atrás de una, adelante, guiando el camino, aguantando juntas. ¿Qué sería de nosotras sin nuestras amigas? ¿Qué sería de las mujeres sin el amor de las mujeres? — Marcela Lagarde

Cuando se habla de “tusa” generalmente se asocia a una relación de pareja fallida o al ex que la embarró hasta hacerse olvidar; sin embargo, hoy quiero hablar de una tusa a la que pocas veces, se le presta atención pero que lastima con la fuerza del amor sororo y universal, hago consciente el dolor de soltar las manos de amigas que hicieron presencia en mi vida y la impactaron de manera poderosa.

Hablar de la tusa de amigas, es referirse a un dolor que socialmente no tiene mucha categorización, que desborda la normatividad emocional que establecen los mandatos culturales y trasciende al erotismo como ecuación de relacionamiento entre parejas; en esta tusa no se extraña el coito, los besos o aquella mirada pícara que invita a copular o a estallar entre orgasmos coloridos. No, el asunto acá trasciende todo eso, se trata de la socia, la señora, la cómplice o la aliada, de tertulias inagotables, de viajes, la coequipera de baile, la confidente de aventuras, la que estalla el chat con audios relatando mil historias, la que abraza tu tristeza y aviva tu alegría, en fin, la imperfectamente – perfecta – compañera.

De eso se trata, de extrañar la presencia y la frecuencia comunicativa, la vibra, la energía y lo bonito de todo ese universo de cercanía, que se torna tan poderoso que logra crear – metalenguajes- que solo entienden ellas, lastimosamente la complejidad de los mundos femeninos y humanos en general, las realidades que cada una viva o de repente la ausencia (temporal) de empatía por alguna situación tensionante, estalla las bombitas de sinergias y sororidades, llevándolas a un estado de – normalización del distanciamiento - que inevitablemente lástima. 

Hoy rompo el silencio de mi tusa de amigas, le dedico esta columna a muchas que se han ido y vuelto sin sospechar mi sentir, otras que están en la actualidad haciéndome sentir el duelo de no tenerlas (aunque en el fondo sepa que las tengo) en todo caso son tiempos de habilidades emocionales y hoy desvisto el alma para afirmar que extraño conversaciones por Whatsapp, llamadas bonitas charlando sobre todo y nada, hablando de las locuras mutuas, o mejor emprendiendo un viaje no planeado pero muy deleitado, recorrer las rutas del caribe, ir al mar, tomar cócteles o escuchar  la playlist que nos gusta. Hoy aparto mi ego, para decir que las extraño, extraño a mis amigas, a aquellas que se han ido con el disimulo de las distancias paulatinas, el trajín del trabajo, las agendas complicadas, el “imposible” de volverse a ver, el orgullo vestido de – no puedo - la costumbre de la soledad o quizás la consciencia de que no siempre las sintonías son posibles y que en ocasiones ellas están en AM y yo en FM; la esperanza es que no hay imposibles cuando existen voluntades e intenciones afectivas.

Esta columna representa la posibilidad del amor más allá de la heteronormatividad o la limitación que se le otorga a instalarlo como parte de las relaciones de pareja, porque el amor y la tusa por las amigas se vive con tanta profundidad que estremece hasta el lugar más recóndito del alma, recuerda que su presencia es fundamental y que se puede seguir sin ellas – claro que se puede – pero que si ellas están es mejor; hoy les digo, las extraño, las quiero y ojalá el tiempo permita reinventar-nos y reinventar la amistad, aquí las espero con mi genuina sororidad. Es una vida, no son dos y el tiempo que se va no regresa – que la reseca muerte no nos encuentre vacías y solas sin haber hecho lo suficiente. Humanidad entera - el tiempo para amarnos es ahora- las espero amigas y especialmente a una que lleva el reloj de la sororidad.

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