Basta de polarización, y de actitudes viscerales. Llegamos al extremo de haber pasado de simpatizantes a fanáticos, al extremo de perturbar con la política lo que fueron simpáticos grupos de chat; al extremo de romper amistades, de la intolerancia contra el vecino, de acolitar y hasta festejar la competición sucia; a extremos inimaginables en una contienda que tomamos como personal, no nos importan las propuestas ni los programas, nos importa es, como sea, ganar con nuestro candidato.
Pese a ser un poco confiable pronóstico ya errado en los últimos debates aquí y en el mundo, hemos dejado que las encuestas nos manipulen y, como hoy muestran de punteros a los candidatos de las extremas, nos quieren influir con lo del voto útil, como si el voto no fuera la individual expresión de conciencia, sino un acto de rentabilidad. No. Hay que votar a conciencia, pero además pensar en lo que le conviene al país. ¿Es que queremos cuatro años más de discordia? ¿No ha sido suficiente tanta peleadera? Supongamos que nos dejamos llevar por las encuestas, eficientizamos el voto, y a la segunda vuelta van Petro y Duque, y que como obvio resultado uno de ellos gana. El perdedor, ¿se quedará quieto?, ¿aceptará la derrota?, ¿imaginan el rollo que armará afirmando que hubo chocorazo, que le robaron, y convocando marchas y manifestaciones en las plazas públicas de todo el país?, ¿pidiendo desobediencia civil? La cosa podría terminar en una grave asonada, o en una fatal revolución. ¿Imaginan al blandengue de Santos, cual Lleras Restrepo, controlando tal situación? Pero imaginemos también que lo logra, que sofoque la revuelta y apacigüe las aguas, ¿imaginan la gobernabilidad? El candidato perdedor, quien fuere, ejerciendo como senador líder de una radical oposición, cuestionando todo y obstaculizando cada sesión, no importa que el país se detenga, solo importa perturbar, pues no son solamente antagonistas con posiciones opuestas, sino acérrimos enemigos, cosa que encarecerá al ganador lograr las mayorías parlamentarias. ¿Imaginan la mermelada que se requerirá repartir? ¿Imaginan lo que nos costarán los conflictos poselectorales durante cuatro años más?
No. Lo indicado es el centro, que puede conciliar con ambos extremos, y morigerar posiciones, pues no implica peligro de acoso para ningún bando. El centro apacible, pero firme, y quien mejor lo representa es Vargas Lleras. ¿Antipático? Sí, pero no vamos a elegir al míster simpatía, sino al presidente de una Colombia aburrida de las hipocresías, y necesitada de alguien frentero, y conocedor. Es, sin duda, el mejor preparado para dirigir el rumbo de este difícil país, cosa que ha demostrado con creces.
¡Ah! Además es el único que ha probado su inclinación a favor de nuestro Caribe. Escogió a Elsa Noguera (fue su vicepresidenta), a Natalia Abello y a Jaime Pumarejo como ministros de Vivienda, y a varios otros costeños en importantes cargos. Y seguro apoyará la RET. O sea, para que le vaya bien al país y al Caribe hay que votar por Vargas Lleras, para que llegue a segunda vuelta.
rzabarainm@hotmail.com
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