Un simpático personaje local del siglo pasado, quien desde muy joven brilló por su inteligencia, muy serio, contaba que no pudo, como era su deseo, vincularse a la administración pública porque le decían que aún era muy joven, y que le faltaba experiencia para afrontar con éxito las responsabilidades inherentes a los connotados cargos a los que aspiraba. Pasados unos años fue elegido presidente César Gaviria, y puso de moda su kinder, que había que ser muy joven y estudiado para acceder a algún cargo público importante, así que quedaba descartado por viejo, y además le criticaban que era sólo economista, sin ningún posgrado ni especialización, por lo que se quejaba que tras cinco años de ahincado estudio y casi un año adelantando su aplaudida tesis, al título obtenido se lo denominaba “pregrado”, es decir, como si aún no se hubiera graduado. Pasaron los años y, seguro por el entonces deficiente resultado de la vinculación de jovenzuelos, la moda se fue esfumando, y volvimos a apreciar los años que otorgaban experiencia y “madurez”.

Pero parece claro que el mundo volvió a dirigir sus ojos hacia una pujante y estudiada juventud, llegando hasta no importarle mucho aquello de la experiencia. Es que nadie sabía ser presidente hasta que lo eligieron, y los que ya sabiendo se hicieron reelegir, la embarraron. O sea que la experiencia de poco les sirvió. Hay, claro, excepciones como la Thatcher, quien si bien antes de descollar era una común ama de casa, pronto aprendió, y vaya si lo aprovechó. Es que el mundo ha cambiado y, por tanto, tenemos que cambiar todos. La tendencia es que gobiernen los jóvenes, así que a Fajardo, De la Calle, y a todo aspirante mayor de cincuenta los dejó el tren. Veamos: Macron, presidente de Francia, cuenta con sólo 39 años; Sebastian Kurz, de Austria, subió a los 31, y Charles Michel subió en Bélgica a los 38; Leo Varadkar, de Irlanda, a los 38; y así hay muchos. Aunque el canadiense Justin Trudeau tiene 43, son, dirán, ejemplos europeos. Pero como andamos en la nota de pertenecer a OCDE, a OTAN y similares organizaciones del primer mundo, hay que ponerse en sintonía.

Todo indica que Duque será el próximo presidente, lo que quiere decir que estamos en la moda, y que cuestionarle su juventud es boletearse como contravía con las tendencias mundiales.

Coletilla: lo de los Juegos Centroamericanos pinta muy bien. Se está luciendo la Administración Distrital, y específicamente Daniel Noguera, encargado del tema, en lo correspondiente a la construcción de los escenarios deportivos, y en la organización en algunos de ellos de partidos que señalan están listos y en pleno funcionamiento, esperando el evento cumbre. Con éxito se inauguraron el Parque de Raquetas, el ‘Romelio’, y recientemente con un cuadrangular de buena calidad el ‘Édgar Rentería’, que quedó a la altura de cualquier diamante gringo. Ojalá sirva para que se promueva una temporada de calidad y, sobre todo, que la incultura y el vandalismo que campean por estos lares no se ensañen con tan espectacular estadio.

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