El fallo del Tribunal de Bogotá que declara ilegal la huelga de los pilotos de Avianca es una dolorosa estocada al corazón del derecho a la huelga de todos los trabajadores colombianos de distintos sectores. Lo mismo que hoy, en primera instancia, se le está negando a los pilotos, se le puede negar a una larga lista de trabajadores el día de mañana. Es un peligroso precedente para los derechos sindicales. Declarar la ilegalidad de la huelga es dejarlos sin el instrumento que les permite organizarse y protestar por lo que consideran injusto dentro de sus condiciones laborales. Desde hace siglos y después de la Revolución Industrial, la huelga es la única manera que tienen los trabajadores para enfrentarse al modelo, para negociar sus reclamos, con un otro que se encuentra en una evidente posición de poder.

Ante la decisión del Tribunal y la contratación de nuevos pilotos que remplazarían a los huelguistas, la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles de Colombia y la Central Unitaria de Trabajadores mandaron una carta a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con el ánimo de que este organismo considere solicitarle al Estado colombiano la adopción de medidas cautelares para proteger a los pilotos que se encuentran en huelga.

Uno de los obstáculos más grandes que han tenido que enfrentar los huelguistas de Avianca es la poca simpatía de la opinión pública. En Colombia hay una marcada tradición de criminalizar las protestas de los trabajadores, que en el caso de los pilotos se suma a una lectura errada de su lucha. Para muchos, los reclamos son descarados. Tienden a compararlos con las condiciones de los choferes de los buses, sin entender que las exigencias que hacen los pilotos de Avianca apenas buscan equipararse con otros pilotos de la misma empresa en otros países latinoamericanos. El colombiano promedio no entiende el sentido de esta protesta, pues desconoce cómo es el trabajo de un piloto. La mayoría de las personas ni siquiera sabemos por qué vuelan los aviones. Esa distancia con la causa se hace mayor con una contraparte tan mediática. Avianca ha sabido sortear comunicativamente la crisis, toda incomodidad que enfrentan los viajeros se la ha atribuido a los pilotos y no a su incapacidad para negociar. Los pasajeros frustrados por las cancelaciones de vuelo, incluso –por descabellado que parezca– se han solidarizado con la pobre empresa que sobrevive a la crisis por causa de los rebeldes sin causa.

A la Aeronáutica Civil no le tembló la mano para autorizar la contratación de los nuevos pilotos extranjeros. La protesta que pide nivelación salarial, mayor seguridad en los aeropuertos colombianos y reducción de sus horas laborales lucha contra un monstruo de inmensas dimensiones. El Tribunal declaró la ilegalidad de la huelga con el argumento de que se trata de un servicio público esencial, condición que jamás se ha visto reflejada en las altas tarifas, las arbitrariedades con los pasajeros y las costosas penalidades. Tal cual como lo dice su eslogan “es por ti”, Avianca nos hace creer que es por nosotros. Y no, una vez más, es por ellos mismos. 

javierortizcass@yahoo.com