Pregunta: He leído varias veces el término ‘filipichín’ con el sentido de desprecio. ¿Cuáles son su origen y su significado? Huber Oñate, s. i.
R.: Según la Academia, su origen es desconocido. El frecuente sentido de desprecio se debe a que ‘filipichín’ identifica a una persona muy atildada en su atuendo y en su talante, pero tan presumida que no despierta simpatías. En Cachacario, diccionario de cachaquismos, de Alberto Borda Carranza, aparece ‘filipichín’ como término coloquial que significa “hombre bien puesto en su vestimenta y modales”. El Diccionario de colombianismos, del Instituto Caro y Cuervo, registra dos acepciones: la primera alude a un “hombre bien vestido que se preocupa exageradamente de su apariencia personal”; la segunda, quizá por asociación, puesto que los abogados casi siempre van bien vestidos, dice que es “hombre que ejerce el derecho sin tener estudios formales para hacerlo”. En el Lexicón de colombianismos figura filipichina con el sentido de marimacho.
p.: ¿Qué significa el término latino opus cuando se aplica al nombre de una obra musical clásica? Darío Diago A., B/quilla.
R.: Opus significa obra. Seguida de un número identifica a una composición: Sinfonía n.º 9, op. 125, de Beethoven, o a un conjunto de composiciones: Preludios, op. 28, de Chopin, que son 24. Aunque puede escribirse la palabra completa, por lo general, se abrevia. El título de la composición siempre va con letras cursivas, y con letras redondas la abreviatura y el número añadido, que no hacen parte de aquel, ya que no son puestos por el compositor, sino por el editor antes de publicar la partitura, o por expertos al elaborar catálogos o índices de las producciones de un autor. Estas enumeraciones son cronológicas, aunque a veces resultan no serlo, como sucede con los dos conciertos para piano de Chopin, pues el compuesto primero aparece como número dos y el que lo fue de segundo como número uno.
P.: ¿Por qué cuando alguien quiere que lo lleven en un carro pide que “le hagan el chance”? T. W., B/quilla.
R.: En francés, chance se usa desde el siglo XII con el significado de ‘suerte’; pasó al inglés con la misma grafía, pero con el sentido de ‘oportunidad’, y desde este idioma, con igual alcance, lo tomó el español. Entonces, “hazme el chance” podría traducir, por ejemplo, “dame la oportunidad de llegar a tiempo a mi trabajo”. En el español de América es también la posibilidad de que algo ocurra, por ejemplo, “el Junior tiene chance de quedar campeón”. Durante mucho tiempo ‘chance’ fue considerada un barbarismo, hasta cuando la Academia, obedeciendo al mandato que generó su uso frecuente, la admitió en el 2001. De los varios diccionarios de regionalismos que consulté, solo dos, El español hablado en Barranquilla, de José David Villalobos, y el Diccionario de colombianismos, del Instituto Caro y Cuervo, registran chance como “autoestop” o como “transporte gratuito que se da en un vehículo a alguien”.
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