P.: ¿San Andrés y Providencia es un enclave de Colombia en Nicaragua? Aurith Hernández, Bogotá.
R.: Un enclave puede ser un país rodeado por completo por otro, como San Marino y Ciudad del Vaticano, dentro de Italia, o Lesoto, dentro de Sudáfrica. Algunos no están encerrados totalmente porque poseen una franja que da al mar, como Gambia, Brunei y Mónaco, abrazados por Senegal, Malasia y Francia, respectivamente. También es un enclave un segmento de un país dentro de otro, como Llivia, que es de España, pero está en Francia; o las también españolas Ceuta y Melilla, en la costa de Marruecos; o Gibraltar, territorio del Reino Unido en España; o el municipio italiano de Campione d’Italia, en Suiza. En cuanto a nuestro archipiélago, solo son enclaves Quitasueño y Serrana. En 2012, el fallo de la Corte Internacional de Justicia revalidó la soberanía de Colombia sobre las islas, bajos coralinos y cayos que conforman el departamento de San Andrés y Providencia, pero, al desconocer el meridiano 82 como límite entre los dos países, corrió tal límite hasta el 79, por lo cual Quitasueño y Serrana quedaron enclavados en aguas territoriales nicaragüenses.
P.: ¿Cuál es el origen de la palabra muérgano? Aurelio Valera, Malambo.
R.: Muérgano tiene muchos sentidos despectivos. Puede ser alguien inservible, flojo, ineficaz, inútil, mala persona, un donnadie, una antigualla… En su Lexicón del Valle de Upar, Consuelo Araújo dice que la palabra muérgano, “entre los [indios] chimilas y tupes se utilizaba para referirse a personas de avanzada edad que no aportaban labor a la tribu”, es decir, eran antiguallas. En un documento en línea, que trata del origen, significado y uso de palabras o locuciones en el área de Maracaibo, encontré dos versiones sobre la procedencia de muérgano, infortunadamente sin citas que las respalden. La primera dice que surgió de una navaja denominada muergo, que solían portar facinerosos, que, por lo mismo, eran llamados muérganos. La segunda, que deriva de morganos, como también eran nombrados los facinerosos, voz que rememora o asocia la crueldad con que en 1669 el pirata Morgan asoló a Maracaibo.
P.: Alguna vez usted habló de la puntuación. ¿Podría recordármelo? Fidel Manotas, B/quilla.
R.: En apariencia, es más penoso para quien escribe cometer un error de ortografía que puntuar mal, pero resulta que tan vergonzoso como un error de ortografía es un error de puntuación, con el agravante de que este último puede hacer incomprensible un texto mientras que el error de ortografía no lo hace. Fui testigo de este episodio: un amigo estaba comenzando una relación clandestina con una mujer. Un día, esta le preguntó en un mensaje de texto: “¿Podremos vernos esta tarde o estás ocupado?”, y aquel quiso responderle así: “No, estoy disponible”, es decir, que no estaba ocupado, que contara con él, pero omitió la coma, y ella leyó: “No estoy disponible”. Por supuesto, se frustró el encuentro.
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