Hay una expresión española muy popular “hostias y cojones” que me parece sensacional, porque –al contrario de lo que parecería significar (valentía)–, manifiesta un alto grado de sorpresa ante lo inaudito de un evento o actitud personal. Y resulta más que apropiada para definir la reacción nacional muy amplia que el editorialista de EL HERALDO tituló “Candidatura presidencial de Farc desata controversia”. Simple, claro, completo, como debe ser.
Y esa fue la frase que brotó en mi mente al leer la entradilla del editorial y enterarme de que los siempre llamados “cabecillas” cuando es suave la mención, que conforman el Secretariado de las Farc son hoy cabeza de lista al Congreso y también a la Presidencia de la República. Y lo cuento sin intención distinta a la sorpresa total que me produce la poca percepción de la opinión pública nacional que demuestran –pienso acá en la cocina–, después de que en repetidas ocasiones siguen siendo calificados con epítetos y señalados como responsables, que lo son, de lo actuado por todo combatiente subalterno en las filas del grupo armado por cincuenta años.
Entiendo perfectamente a los sectores que han saltado lanza en ristre contra ese derecho adquirido en los acuerdos firmados en La Habana, porque siempre se pensó y dijo que los jefes/negociadores tendrían que pasar por la justicia (del tipo que fuese) antes de poder poner su nombre a consideración de la población para ser votados en las urnas. Este salto repentino, que habrá de enmendar el propio Congreso en la ley conocida como JEP, lo que logra es fortalecer a la derecha recalcitrante que lo está usando para minimizar el poquito de democracia en que vivimos e invisibilizar la masacre cotidiana de defensores de los Derechos Humanos y la Recuperación de Tierras.
Flaco favor se hacen y nos hacen con esa decisión que parece altanería, a menos que estén muy seguros del caudal arrollador de sus electores. ¿Lo están?, porque las cosas no son como las pintan. Por ejemplo, el señor Jesús Santrich, quien se lanzará por el Atlántico ¿?, cuando afirma que por ser amnistiado cualquier cargo criminal que se le enrostre merece demanda por calumnia: en derecho no hay tal, a uno le dan amnistía porque ha cometido un delito y eso, como las manchas del honor, no lo borra el acto conciliatorio, que equivale a perdón pero sin olvido.
Se descacharon, el ego pudo más que la lógica: si tienen gente limpia como Imelda Daza, con un excelente palmarés político, que nunca cogió un fusil y tiene un carisma espectacular, ¿por qué no presentar al país candidatos como ella mientras los jefes esperan a que se calmen las aguas? No por mucho madrugar amanece más temprano, y las heridas abiertas en toda la geografía humana y física, si me permiten la figura, apenas sí comienzan a sanar para que les pasen una lija gruesa rompe suturas. Desde luego no los votaré de ninguna manera, pero suponía que tenían más intelligentsia: ¡hostias y cojones!
losalcas@hotmail.com
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