Empecemos por la última, el procurador suspende al superintendente de Salud por no cumplir con sus funciones de intervenir a Medimás. 

Después de cuatro años de intervención por el gobierno, que incluye Minsalud y Superintendencia, se llega a una solución incomprensible para muchos, y equivocada para quienes se incluyeron, que solo pensaron en disfrutar de grandes ganancias derivadas del negocio de la salud que el gobierno ha promovido. 

Las dos propuestas finales tienen una gran diferencia, aunque ambas dejaron claro quién pagaría la enorme deuda –con la que se supone se vendería la empresa– aún no se ha sancionado a los culpables de su quiebra, y andan todavía jugando golf, mientras los pacientes se quedan sin atención y algunos ya se han muerto. 

Ni la empresa que se enriqueció con la vida de los pacientes ni el gobierno han podido enderezar a Saludcoop, el ejemplo de una de las peores crisis, si no la peor después de Caprecom. 

Además de esos dos ejemplos, porque eran las mejores y más grandes EPS, de ahí para abajo las otras se vienen desmoronando como naipes y enriqueciendo a sus propietarios. El Ministerio de Salud con su Supersalud son sancionados por la Procuraduría; la Corte Suprema y Constitucional solo han enviado advertencias, y el Consejo de Estado no dice nada ante una situación en la que deben intervenir de oficio. 

Claro, los incumplimientos del gobierno son negociables, y quedan solo a veces las frases de arrepentimiento y mea culpa. Con el evidente costo de vida y daños derivados de la mala calidad de la atención o la desatención completa, se vienen presupuestos cada vez más aumentados para la atención de las personas en Colombia, continuando muy bajos los niveles de satisfacción de la mayoría de los ciudadanos que vemos crecer sin control los costos de las aseguradoras o prepagadas.

Otro triste e innegable problema es el crecimiento de poblaciones necesitadas de atender como venezolanos, guerrilleros, desplazados, o población carcelaria en el ya corroído sistema de salud.

Sin superintendente, quien ha debido ser reemplazado inmediatamente, ¿la salud en Colombia está en manos de quién?, ¿qué hará el minsalud?, ¿qué pasará con los dueños de las EPS e IPS quebradas?, ¿quién responderá por los pacientes?, ¿qué haremos los médicos cargabates ante hospitales quebrados y deudas impagables a proveedores? 

Recordemos el negocio de las ambulancias en Bogotá, los falsos pacientes con hemofilia, la desnutrición del Chocó y La Guajira y tantos más, en donde tenemos que incluir el oscuro destino del Cari en Barranquilla. –Quien intente analizar la Salud en Colombia va a encontrar un desorden increíble, cuando hasta el superintendente está suspendido–. 

Las asociaciones médicas, convidados de piedra, solo miran la desbandada y la pérdida de principios, el modelo colombiano colapsó hace mucho tiempo, pero para intervenirlo se necesita que los padres de la Patria, el gobierno y el estamento jurídico tomen conciencia de que las cosas están tan mal que la crisis en salud tocó fondo. Que para hacer una reforma, que en principio todos piden, tienen primero que bajarse a las comunidades a conocer sus necesidades, a oír las asociaciones médicas, y a no seguir pensando que la salud es un juego en el que se pone en peligro la vida de los demás.