La canalización de los arroyos más peligrosos de nuestra ciudad es una de las actuaciones urbanas más importantes que se han ejecutado en las últimas décadas, quizá en toda nuestra historia. Con frecuencia, y especialmente cada vez que tengo la oportunidad de circular bajo la lluvia por alguna de las calles que fueron objeto de esas intervenciones, pienso que muy pronto habrá generaciones a las cuales tendremos que explicarles en qué consistían esas feroces y mortales corrientes, y cómo se paralizaba por completo el discurrir cotidiano de los barranquilleros mientras pasaban raudas por nuestras vías. Nos ayudará toda una colección de fotos y videos que harán creíbles nuestros relatos ante el ocasional joven, que asombrado, no podrá entender por qué duramos tanto tiempo conviviendo con semejante despropósito. En cierto sentido estamos siendo testigos de un importante momento de transición que dejará cambios en la manera de relacionarnos con nuestro entorno inmediato.
Mientras se atempera el entusiasmo que nos generan estas relevantes mejoras, conviene comenzar a pensar en la sostenibilidad de las obras que tanto sacrificio y paciencia han demandado. Se puede observar con algo de preocupación que algunas de ellas ya reclaman mantenimientos más regulares, situación que puede adivinarse al revisar el estado de algunas rejillas de captación de agua, colmatadas, obstruidas y en ocasiones inclusive generando sustrato para plantas y maleza. Si bien estos problemas, aunque graves, se pueden solucionar sin mayores esfuerzos, lo que causa alarma es la incertidumbre sobre lo que poco a poco se ha acumulado debajo de las nuevas vías, dentro de la canalización misma.
Indagando con la empresa Triple A pude constatar que están comprometidos con esa limpieza superficial, la de las rejillas, y que tienen unas cuadrillas destinadas para tal efecto. Viendo algunos casos que casualmente publicó ayer EL HERALDO, probablemente sea buena idea intensificar estos trabajos para evitar así acumulaciones que taponen el desagüe de las aguas y generen empozamientos indeseables. Sin embargo, hasta donde pude entender, Triple A no tiene responsabilidad explícita en cuanto a la limpieza de los canales subterráneos.
Esto es grave. Creo, y espero equivocarme, que actualmente no tenemos certeza sobre el estado de esos canales. A pesar de tener tan poco tiempo de haberse puesto en servicio, las canalizaciones seguramente ya tienen algún nivel de obstrucción que comienza a mermar su rendimiento, por lo que sería prudente realizar alguna exploración al respecto y programar los mantenimientos preventivos que tengan lugar. En principio parece lógico que la empresa Triple A asumiera tal tarea, para que el manejo de todos los componentes del sistema fuese integral.
Desconozco si hay alguna limitación jurídica que impida ese encargo, y si la hay valdría la pena superarla. Debemos esperar que los arroyos no vuelvan a causarnos viejos problemas que deberán entenderse superados para siempre.
moreno.slagter@yahoo.com
@Moreno_Slagter
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