Quítate la máscara. Estamos en carnaval. Al fin ha llegado el día de mandar a la ‘Gran China’ esa máscara tras la que todo el año llevamos emparapetados. Encorsetados en los trajes de marca que reflejan el estatus social. Los saludos hipócritas. Y las marimondadas que hay que representar, incluidos los saltos que hay que pegar. El mundo está en las mismas. Ahora que, estupefacto por los nuevos vientos libertarios, tan desconcertado ante la elección de Trump, que, desenmascarado, ha dejado en evidencia su desprecio a los inmigrantes, que siguen manteniendo la ilusión del sueño americano, a pesar del miedo al nepotismo del xenófobo presidente –paradojas de la vida– del país que está hecho de inmigrantes y que ha sido ejemplo de libertad y solidaridad para el mundo.

Afortunadamente, Europa está sabiendo reaccionar, como lo ha hecho en EEUU la Corte Suprema de Justicia, que ha suspendido el decreto xenofóbico de Trump. Tal vez del presidente más chauvinista que haya tenido EEUU y que ha dejado en evidencia su falta de humanidad y su enorme servidumbre hacia el poderoso caballero don dinero. 

Cuando el mundo se quita la máscara de los prejuicios y de los intereses creados, al igual que las personas, deja libre lo mejor de sí mismo. Es lo que nos pasa a nosotros con el carnaval. Por eso es bueno cambiar las máscaras. Y disfrutarlas con la alegría de quien deja fluir lo mejor de sí, en este paréntesis de libertad.