Lo exponencial usado a diestra y siniestra me enloquece, lo usan sin calcular su efecto demoledor lingüísticamente y también en la realidad, si es que podemos llamar realidad a lo que sucede en las hoy afamadas tecnologías del siglo XXI, o sea, la vida que transcurre frente a una pantalla que suele ser de un adminículo de origen telefónico que llaman androide (copia de celular de alta gama de empresas legalmente constituidas) hecho en la China o Korea y con una especie de patente de corso. El celular, que no es otra cosa de lo que escribo, nos conecta al ritmo del chasquido de los dedos con cualquier lugar del mundo, podemos visitar amigos en lejanas tierras, disfrutar todas las artes en cada rincón del mundo, hacer caminatas por calles famosas de ciudades que nunca conoceremos y, sobre todo, comprar, comprar, comprar, sin percibir que a medida que aumentamos nuestros gastos exponencialmente nos vamos haciendo más pobres y necesitados.
La palabreja que significa un crecimiento rápido y de ilimitado alcance, describe en forma perfecta lo que nos está sucediendo a los adultos que hemos conocido la Internet, las redes sociales y el mercado virtual cuando ya las canas asomaban en nuestras sienes: nos hacemos exponencialmente más débiles y con un cotidiano lleno de sobresaltos y miedos que desconocíamos, a medida que se nos exige el uso de la autopista virtual para toda diligencia relacionada con lo público y también lo privado. Digamos que lo segundo siempre permite decir me retiro de la entidad, pero cuando se trata de lo público: impuestos y servicios, es imposible. Debe uno aprender a navegar y utilizar los novedosos caminos de pago, que algunos llaman con alegría una gran mejoría y un sistema fácil de manejar.
Esta obligación impuesta por el Gobierno me lleva a preguntar: ¿tienen todos los ciudadanos mayores de edad un computador o un celular de alta gama o una tableta para poder cumplir la exigencia de pagar por medio virtual? ¿Cómo están haciendo los “emprendedores” de chaza y bicicleta para cancelar mensualmente su Pila, por ejemplo?
Pregunto porque en lo personal me ha costado un ovario entender y llegar a dominar esos pagos ultramodernos que nos describen como una nación exponencialmente desarrollada, mientras seguimos siendo subdesarrollados y con individuos con serios problemas para lograr expresar lo que pensamos y entender lo que nos dicen, porque la falta de proteínas en la infancia se nota ahí, frente al novedoso sistema.
Ahora bien, la lucha es más dura aún porque por falta de energía eléctrica los sistemas “se caen” justo cuando hemos logrado ponchar en la pestaña clave y hay que recomenzar el proceso cuando ya se está exponencialmente desesperado. Deberían permitir pagos por ventanilla, como opción inalienable, para quienes no deseen o no puedan manejar el sistema virtual, que ya bastante cobran los bancos y el mismo Estado por sus servicios.
losalcas@hotmail.com
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