La semana pasada hicimos la clausura de la fase de formación del proyecto `Todos Somos Barranquilla´ de la Alcaldía Distrital en el Centro de Rehabilitación Femenino El Buen Pastor, ya que seis internas son beneficiarias de aquél. Lo que nunca me esperé fue salir de ahí con reflexiones para esta navidad que hoy quiero compartir con ustedes.  

Para ponerlos en contexto, `Todos Somos Barranquilla´ busca vencer las barreras de acceso de la población migrante, refugiada y retornada al mercado productivo, logrando la vinculación y sostenibilidad laboral de esta población. Este proyecto se da gracias a que Barranquilla fue elegida beneficiaria del primer Fondo de Ciudades Globales para una Respuesta Inclusiva a la Pandemia, una iniciativa del Mayors Migration Council. 

A través de ‘Todos Somos Barranquilla’, operado por el Centro de Oportunidades, se prepararon a 111 personas para que ingresen de forma exitosa al mercado laboral local, mediante formación, actividades de fortalecimiento de competencias blandas y acompañamiento psicosocial, así como aportando un conjunto de beneficios adicionales que les ayuden a cumplir con los compromisos propios de un contrato laboral formal. En razón a la culminación exitosa de esta fase de formación hicimos dos ceremonias de entregas de certificados, una de ellas en el Buen Pastor con las seis internas beneficiarias. 

Seis internas que se vieron obligadas a migrar de sus países de origen, intentando dejar atrás, pero llevando siempre arraigadas en sus corazones, tragedias familiares. Llegaron a Barranquilla a empezar de cero en medio de graves dificultades económicas y sociales que las llevaron, como ellas manifiestan, en ese afán por subsistir a tomar malas decisiones. Algunas esperan el vencimiento de su condena, otras reciben esta navidad con incertidumbre, aún a la espera de una sentencia. 

A pesar de esta difícil situación, con la emoción propia de unas niñas graduándose del colegio, ahí estaban ellas hermosamente arregladas por la peluquería del centro y con una profunda sonrisa que, aún con el tapabocas, era evidente en sus ojos y en su energía. Contaron muy emocionadas todos los detalles de su formación en atención al cliente, de la disciplina y esfuerzo que les demandó, de lo difíciles que habían sido los exámenes, del alto nivel de exigencia de los profesores que hasta lágrimas les sacaron, y a quienes les tienen inmensa gratitud y afecto. Manifestaron, con profunda emoción, que ahora tienen una herramienta para su segunda oportunidad. 

Me llamó especial atención cuando una de ellas me dijo que agradece ese tiempo ahí, que hoy se arrepiente de lo que hizo por necesidad, pero que por algo pasan las cosas y que le ha servido ese espacio para reflexionar y encontrarse con Dios. Muy emocionada me invitó a conocer el taller donde confecciona, me encontré con unas talentosas mujeres elaborando hermosas prendas de vestir y accesorios en bisutería y en cuero.

Los quehaceres y afanes del día a día muchas veces nos consumen y nos hacen ciegos a nuestro entorno, vemos las duras realidades como paisaje, y nos parece más cómodo ignorarlas. A pocos días de la navidad tomémonos un espacio para mirar a nuestro alrededor, realmente observar las situaciones de vida de quienes nos rodean y cómo cada uno puede ayudar a mejorarlas. Observemos más allá de los estigmas, más allá de las fachadas, a los seres humanos detrás de los prejuicios y aprendamos de los demás, así como hoy nos enseñan a vivir con gratitud, a aprovechar las oportunidades y a ver el vaso medio lleno estas migrantes internas del Buen Pastor. 

@DCepedaTarud