Siempre me ha llamado la atención el río de los siete colores, el río más hermoso del mundo, como lo llaman algunos. Sin embargo, anteriormente era prohibido visitarlo por estar en el corazón de la guerra. La Macarena hizo parte de uno de los principales centros de operaciones de las Farc y de la zona de distensión en el fallido proceso de paz de Andrés Pastrana. El fin de semana pasado tuve la oportunidad de visitar esta maravilla colombiana. Maravilla no solo por su riqueza natural y cultural, sino por la historia que cuentan sus pobladores, la historia de una comunidad que le ganó a la guerra y logró desarrollar una actividad económica sostenible como es el turismo. Esta vocación hoy los enorgullece y los motiva a cuidar la gran joya natural que tienen en sus manos: Caño Cristales.
Hoy en día está en boga hablar del desarrollo del turismo como actividad económica. La Macarena ha pasado del discurso al hecho ofreciendo a los visitantes un turismo organizado, social y ambientalmente sostenible. La visita a Caño Cristales debe ser preferiblemente coordinada a través de una agencia de viajes, la cual se encarga de organizar con la comunidad local toda la experiencia: el hospedaje, la entrada al parque, la alimentación y el guía que acompaña al turista durante los días de permanencia. El territorio es también referente en turismo sostenible.
Existe una reglamentación y se respetan las medidas para la conservación de la naturaleza, por ejemplo la capacidad de carga de los sitios y la prohibición del uso de bloqueador solar y repelente en el Parque Nacional Natural Sierra de La Macarena.
La belleza del arcoíris derretido me impactó, pero más aún, me llamó la atención encontrar un territorio que hasta hace poco tiempo vivía los horrores de la guerra y hoy es capaz de atraer turistas y obtener importantes ingresos a partir de esta actividad. Entre el 2012 y el 2017, el número de visitantes anuales al municipio pasó de 3.847 a 14.484, según Cormacarena. Esto permite que, como cuentan los pobladores locales, más de 600 familias tengan ingresos a partir del turismo. Las visitas se dan principalmente de junio a diciembre, ya que el resto del año está restringido el acceso a Caño Cristales debido a que la ausencia de lluvias hace que las plantas que le dan el colorido al río desaparezcan, dejando sus semillas expuestas.
Luego de auges económicos perjudiciales para el medioambiente y el tejido social como el de la madera, la marihuana y la coca, es para los habitantes de La Macarena un orgullo haber posicionado el turismo como uno de los principales renglones de su economía; optando por un modelo de desarrollo sostenible y rechazando la economía extractiva. Este es un claro referente de un territorio que ha superado las heridas de la guerra y se ha beneficiado del turismo comunitario, promoviendo desarrollo sostenible a través de la generación de ingresos para la población y la protección al medio ambiente. Mas allá de los actuales retos, como potencializar las actividades turísticas el resto del año, hoy los habitantes de la Macarena están materializando ese sueño que hasta hace poco parecía una utopía.
Daniela@cepedatarud.com
@DCepedaTarud
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