Como en cada temporada preelectoral está en marcha la maquinaria de recogida de nombres de futuros votantes como condición para que becarios, empleados y relacionados con el Estado conserven su beneficio o derecho, y lo mismo sucede en el sector privado con los candidatos que le son útiles a los propietarios cuando no son los mismos políticos los dueños de los negocios. A eso se le llama voto de opinión, o sea, tienes que votar por mí o aquel a quien yo te señale para que puedas seguir manteniendo tu estatus económico y social, sea cual fuere este. Sí, porque esta práctica antiética arranca desde quien armado con una escoba barre las calles o recoge los desechos en una planta industrial hasta el elegante caballero que se mueve en un lujoso BMW por las calles de la ciudad o la entaconada y guapísima ejecutiva con cartera de Carolina Herrera de dos mil dólares. No se salva nadie.
Este modelo de “democracia” ha sido propagado a lo largo y ancho del país y ya hay varias generaciones de jóvenes que lo tienen internalizado como la forma única y verdadera de hacer política y alcanzar cargos de representación pública en el Congreso, ya sea Senado o Cámara, y lo mismo ocurre a nivel regional con los concejos y asambleas: la ideología flota más como palabra que como una verdadera propuesta de mejorar las condiciones de la sociedad, y lo único que cuenta es el dinero necesario para poder realizar el vasto operativo que se requiere para obtener los votos suficientes que aseguren el cargo al candidato a cuyas huestes están integrados.
Tan es así que si me pongo en la tarea de desglosar los jingles y mensajes radiales con que nos están entonteciendo en la radio local –dada la ausencia de mensaje que estimule el pensamiento y, en cambio, el uso del número y el nombre del personaje y su grupo político, machacado a ritmo de champeta o rap o urbano– la conclusión inmediata es que no tienen una propuesta política seria y solo buscan por reiteración fijar en el oyente un número que se convierte en especie de obsesión y que muchos terminarán marcando sin saber a ciencia cierta a quién le están otorgando algo tan importante y sagrado como es el voto.
Voto que debe ser privado y como resultado del convencimiento de que esa persona está preparada para representarnos con la máxima capacidad de decisión clara y patriótica, porque tiene profundo conocimiento de las necesidades del municipio o el departamento y porque su vida ha sido un crisol a través del cual solo se ha visto a un ser probo, que jamás fue relacionado con contratos ni prebendas provenientes de las negociaciones turbias en lo público. Pero es un sueño, ya en la inscripción de cédulas en las zonificaciones se pudo comprobar que la ganadería electoral se movilizó sin la menor vergüenza y existen muchas investigaciones en nuestra ciudad y departamento sobre el infame trasteo de electores que es la otra forma de control que ejercen los corruptos.
losalcas@hotmail.com
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