Lo que está a punto de ocurrir en Brasil es una tragedia para el mundo. No solo para los brasileros. En geopolítica se cumple el proverbio chino que explica cómo el aleteo de una mariposa en Sri Lanka puede desatar el más peligroso huracán en el Caribe. Así, el problema de un pueblo –con todas sus excelsas premisas de autodeterminación y autonomía– tiene implicaciones sobre los otros pueblos. El germen de la ultraderecha se ha sembrado en distintas latitudes, pero lo que se anuncia en Brasil no será un ligero aleteo.
Jair Bolsonaro, el candidato que se ha llevado el 46% de los votos en la primera vuelta, es el más opcionado. Sus promesas de campaña han desatado las primeras expresiones violentas del proyecto fascista que se avecina. En Porto Alegre, hace unos días, una joven de 19 años que portaba una camiseta con una consigna contra Bolsonaro fue atacada por varios tipos, que la sujetaron mientras le marcaban con un arma cortopunzante una esvástica en la piel como símbolo del nazismo.
Simpatizantes de Bolsonaro también agredieron verbalmente a la hermana de Marielle Franco –Anielle Franco–, la concejal que asesinaron el pasado 14 de marzo y que fue una de las más valientes denunciantes de los abusos que la fuerza pública cometía contra la gente de las favelas. Anielle fue atacada e intimidada mientras caminaba indefensa con su bebé en brazos. El reconocido capoeirista y activista Moa del Katendê fue asesinado en Salvador de Bahía con 12 puñaladas. El autor del crimen reconoció que el homicidio tenía razones políticas.
Se conoce un mapa de más de 40 agresiones fascistas en Brasil en los últimos días, una ola de terror que le abre paso a Bolsonaro, quien es reconocido por decirle a una diputada que “no merece ser violada” porque es muy fea y no es de su gusto. El candidato de ultraderecha no esconde su talante, lo revela a partir de sus descaradas expresiones racistas, misóginas y homofóbicas. Es admirador de los tiempos de la dictadura militar y está a favor de la tortura, de la pena de muerte y de los crímenes extrajuicio. Ha dicho que los negros no sirven ni para procrear y que las mujeres deben ganar menor salario que los hombres así hagan el mismo trabajo. Es una caricatura grotesca del fascismo de mediados del siglo pasado, un retroceso al reconocimiento de los derechos humanos y un inminente peligro a la estabilidad de los pueblos. Bolsonaro es un eslogan a la barbarie que llegará al poder con los votos de la democracia para acabar con los procesos democráticos. El asunto ya poco tiene que ver con los partidos políticos, así que nada más desatinado que los pretensiosos titulares de prensa que intentan explicar que Brasil se disputa entre partidos de derecha o de izquierda. Mentiras. En Brasil lo que hay es el peligro de darle vía libre al fascismo y el fascismo, queridos lectores, si recuerdan algo de historia del siglo XX, es un anuncio de sangre y terror.
@ayolaclaudia
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