Jugaba en la calle con los primos. Corría. Lo seguía con la mirada. Lo perdía de vista un par de segundos y volvía aparecer en ese circuito de juego en el que se movía riéndose. Pasaron los siguientes dos segundos y vio a los primos, pero no a él. ¿Dónde está? Se levantó, lo buscó con la mirada. No estaba. Caminó hacia el lugar donde tendría que estar, no se veía. Preguntó por él. ¿Han visto un niño así y así? No, fue la respuesta. Su intuición desesperada le decía que debía caminar hasta la esquina, nada. Tres calles, largas, gente, motos, otros niños, no estaba él. Me está pasando, pensó. Me está pasando. Casi no podía caminar, pensar, hablar, llorar. Nada. Ya no sabe cuánto tiempo transcurrió, pero en ese breve espacio de vida sintió algo peor que la muerte. De repente apareció, riéndose, jugando, como si nada pasara. Nunca caminó en realidad hasta esa calle, nunca se alejó, nunca estuvo perdido, nunca se lo robaron. Para él era parte del mismo juego, también para sus primos. Como en un libro del escritor José Ovejero, nada pasó. La vida sigue.
Hay mujeres que ahora, sin embargo, no están teniendo la misma suerte. Entre enero y septiembre del año pasado, Medicina Legal reportó 1.831 niños y niñas desaparecidos en Colombia. En el mes de octubre, 989 –el 54%– no habían aparecido y no se tenía información sobre su paradero. El 70% de esos casos son niñas, es decir hubo 1.280 niñas desaparecidas durante los primeros nueve meses de 2018. Una proporción mayor a los niños, en los que se registraron 551 casos. La mayoría son niñas entre los 10 y los 17 años quienes superan los 1.200 casos. Estas cifras evidencian la fuerte relación con la violencia machista que, además, afecta a las mujeres y las hace víctimas desde su infancia.
De acuerdo a estos mismos datos, el 45% de los niños y niñas desaparecidos aparecen con vida. Sin embargo, lamentablemente 12 de esos casos aparecieron muertos. La incertidumbre más cruel se deposita en casi mil familias que no saben qué ocurre con sus hijos. La cifra es dinámica. Quizá algunos aparecen después, quizá otros son hallados sin vida. El infierno, de cualquier modo. Medicina Legal asegura, adicionalmente, que en el mes de abril –cuando se celebra la niñez– es cuando se registran más número de víctimas. El año pasado, solo en ese mes, se registraron 243 casos. Un dato que excede por 43 casos el promedio mensual, porque de acuerdo a estas abrumadoras cifras, en Colombia se desaparecen en promedio 200 niños y niñas al mes.
Si quiere verlo de manera más dramática, al día se desaparecen entre seis y siete niños. O sea, cada cuatro horas se cuenta una nueva víctima. No hay mucho conocimiento sobre las razones de la pérdida, pero se pudo establecer que están relacionadas a presunta desaparición forzada, secuestro y trata de personas. Mientras escribo esto y usted lo lee, miles de madres y padres siguen sin saber nada de sus hijos e hijas. Nada. Morir sería más fácil, pero hay que seguir con vida por si regresa. La pregunta es, ¿qué está haciendo el Estado?
@ayolaclaudia
Ayolaclaudia1@gmail.com
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