En el país, nos hemos acostumbrado a escuchar en situaciones de emergencia: “Las tejas volaban como hojas de papel”.

Son muchas las zonas del territorio nacional que han experimentado la ocurrencia de fenómenos conocidos como vendavales o temporales, estos últimos acompañados de lluvias. No obstante, en diversos ámbitos suele generalizarse a un solo término: vendavales.

Los innumerables daños y pérdidas, además de tener como principal causa, la fortaleza extrema de los vientos, tienen a su vez esa vulnerabilidad física, económica y social, que no escapa a la problemática de desigualdad que ha existido en la historia del país.

De forma general, en Colombia hay una incidencia significativa de la Zona de Convergencia Intertropical, no solo en la definición de las temporadas de más y menos lluvias, sino a su vez, en relación con la predominancia en la dirección de los vientos alisios del noreste y del sureste.

Sin embargo, más allá de esa predominancia en dirección, suelen presentarse una gama de velocidades que pueden ir desde la calma, hasta ráfagas que fácilmente levantan los tejados o estructuras con algún tipo de avería; inclusive, pudiendo ocasionar algunos daños estructurales especialmente en edificaciones con poca capacidad de resistencia, asociada lógicamente a la calidad de los materiales de construcción. Claro, sin entrar a hablar de lo que pueden ocasionar ciclones tropicales, tema que tocaremos próximamente en este mismo espacio.

Los vendavales son fenómenos que se producen en una escala muy local, por lo cual su pronóstico es bastante complejo. Si se tiene en cuenta que el Ideam realiza pronósticos de escala nacional y hasta regional, estamos aún distantes de poder conocer con antelación su probable ocurrencia. De allí la idea de poder masificar y robustecer sistemas de alertas tempranas en una escala más detallada, en lo posible, municipal.

Con base en el reporte de emergencias entre 1998 y 2019 (Fuente: Ungrd), un análisis de los datos para la costa Caribe, permite establecer un total de 185 personas fallecidas por situaciones conexas a vendavales.

La mayor frecuencia se presenta en el Atlántico (21%), lo que en cierta forma le confiere una mayor propensión a este tipo de eventos. Seguidamente en orden decreciente aparecen Bolívar (16%), Cesar (16%), Sucre (15%) y Córdoba (14%). Del mismo análisis, se establece que entre abril y junio se han registrado 404 eventos de ese universo total de 1412 vendavales para los 22 años analizados, razón por la cual, debemos activar todas las medidas de contingencia haciendo un análisis de los eventos registrados y sus diferentes afectaciones.

Ahora, en relación con esa mayor frecuencia a nivel municipal, aparecen en su orden por número de eventos: Barranquilla (43), Sabanalarga (41), Cartagena (37), Soledad (35), Valledupar (33), Sincelejo (25), Fonseca (22) y Riohacha (22).

De manera reciente, hacia el final de la tarde del miércoles 8 de abril, se registró un fuerte vendaval en el corregimiento Santa Isabel (Curumaní, Cesar), dejando cerca de 160 familias damnificadas. Para el periodo analizado, este municipio había registrado 9 eventos, lo que indica que más allá de una mayor propensión dada por una mayor frecuencia, deben reconocerse otro tipo de condiciones meteorológicas antecedentes, lo cual es posible con análisis de mayor detalle. Por ahora debemos apostarle a la prevención.

@ChristianEuska

Meteorólogo Videoclimet