Chile es el país más largo del mundo. Para ir desde Arica, cerca de la frontera con Perú, hasta el faro San Isidro, último recodo al sur de la plataforma continental a donde puede llegar un vehículo automotor, rodamos 5.000 kilómetros; sin incluir el Chile insular, al sur del Estrecho de Magallanes.
Y es además un país muy estrecho, en pocos lugares sobrepasa los 200 kilómetros de ancho. Sin embargo, lo que parecería un obstáculo para su unificación se supo convertir en una ventaja: Una carretera que lo recorre de punta a punta y sus vías aledañas de acceso dejan pocos rincones que no estén a menos de 100 kilómetros de ella, constituyéndose así en su columna vertebral.
¡Y qué carretera! La mejor de los cuatro países que atravesamos. Se pueden distinguir en ella tres grandes tramos. Primero de Arica hasta La Serena, casi toda de una sola calzada, que se amplía a la entrada de centros urbanos.
Y en zonas montañosas suele tener tres carriles, dos en subida y uno en bajada, que cambian de lado con la inclinación, una manera eficiente de asegurar movilidad con recursos limitados que debemos imitar en Colombia. Ello en medio de un desierto en el cual puede pasar una hora sin ver una hoja.
El segundo gran tramo es de 1.500 km en doble calzada ininterrumpida de 2, 3 y hasta 4 carriles por calzada: yendo hacia el sur encontramos primero 500 km de La Serena a Santiago y enseguida otros 1.000 km a Puerto Montt.
A partir de la capital el desierto se convierte en bosque y en Puerto Montt nace la Carretera Austral. La amalgama de colores de árboles, lagos, cielo y nevados hace de ella uno de los recorridos más bellos del mundo, alternado con pintorescos pasos en ferry.
Todavía tiene bastantes tramos destapados, en lo que llaman ripio, bien mantenidos y en visible proceso de paulatina pavimentación.
Esa extensión y diversidad aunada a la concentración del 40% de la población en Santiago, harían suponer una enorme disparidad social y económica en el país.
Pero no. Varios de los principales sectores de la economía requieren de una alta presencia y dispersión territorial: La gran minería tiene especial importancia en las zonas desérticas del norte del país, la industria maderera en los bosques de las regiones centrales, la pesca natural y de granja en la larga costa y lagos del sur, la industria vinícola y sus viñedos ocupan diversas zonas y el turismo casi todo el territorio.
Pareciera que los pueblos entre más pequeños fuesen más lindos y limpios y siempre puedes encontrar muy buena comida y una posada acogedora. Por supuesto el sector terciario de servicios y la burocracia nacional e internacional tiene su mayor concentración en la capital, convertida en los últimos treinta años en una moderna metrópoli.
Resulta por ello visible a una mirada foránea la existencia de una clase media cuya admirable presencia nacional y capacidad de consumo envidiaríamos en Colombia, Ecuador y Perú.
rsilver2@aol.com
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