En una reunión de fecha reciente de un grupo de simpatizantes con el deporte del boxeo acordaron una serie de iniciativas, entre las cuales estaban incluidas medidas para bautizar o rebautizar los nombres de algunos estadios barranquilleros.
Por cierto, se incluyeron nombres de exdeportistas para ciertos recintos deportivos, pero, de manera por demás insólita, nada se dijo sobre el gran pelotero de ayer quién saludaba por Tomás Arrieta y ahora mismo su nombre tan esclarecido que fuera está en las nebulosas, luego de haberse cometido el delito deportivo de eliminar su nombre que lo cobijaba durante tantos años.
No se tuvo con él la más elemental consideración, sabiéndose de sobra que Tomás Arrieta era un nombre tan popular para varias generaciones de barranquilleros para haberse procedido de la manera como se hizo: dinamitando el estadio que llevaba su nombre por más de 50 años para desaparecerlo de la vida deportiva de su ciudad natal.
Ahora mismo hay que preguntarles a los autores de este desaguisado empeño en que no se vuelva a nombrar a Tomás Arrieta. Precedente funesto y por demás de monstruosa ingratitud.
Pero terminemos hoy provisionalmente este caso tan conmovedor para los viejos barranquilleros que adoraron a Tomasito Arrieta, a la espera de que los autores de este despropósito, encuentren una forma de recordación de un grandioso pelotero, bautizado en Cartagena ‘El hombre team’, por su habilidad extraordinaria para jugar las nueve posiciones del béisbol.
También se consideró en la reunión a que aludimos, rebautizar algunos nombres deportivos. Se eliminó el nombre esclarecido de Humberto Perea, el atleta de pista y campo que le dio 20 medallas de oro al departamento del Atlántico para reemplazarlo con los nombres de boxeadores de nuestro departamento. No se mencionó en ningún momento a un púgil como Fernando Fiorillo, el primer colombiano que subió en los años 20 al Madison Square Garden de Nueva York. Pero aceptemos que Fernando Fiorillo fue de un tiempo demasiado viejo para que se le recuerde ahora. No así es el caso del grandioso púgil Mario Miranda, el más sobresaliente del boxeo colombiano en los años 70.
Miranda fue un cotizado boxeador a quien se le pagaba un millón de pesos por combate en Cartagena, lo que no ganaba ni ‘Kid Pambelé’ ni Rodrigo Valdés.
El promotor que lo presentaba estaba muy molesto por la suma que tenía que pagarle a Miranda y llegó al extremo de traerle de México un ‘gallo tapado’, para que le ganara y con esa derrota Miranda rebajara de precio. El mexicano fue noqueado y el millón por pelea siguió vigente. Y no digamos más que esto parece ir muy largo.
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