La figura de Bernardo Caraballo llenó una época en el boxeo colombiano y de ultramar también. Caraballo comenzó como peso mosca en las filas de los aficionados, pero poco después lo tentaron para que fuera profesional, en cuyo ámbito Caraballo consiguió buenas y resonantes victorias ya como peso gallo.
Contaba, para eso, con el auxilio indirecto del promotor colombiano Filemón Cañate, quien barajaba los adversarios de Caraballo, siempre preocupado en que conservará la condición de invicto.
Caraballo supo conservar esa condición hasta cuando se enfrentó por el título mundial contra Éder Jofre, monarca indiscutible del peso gallo.
Jofre dominaba de tal manera la división de las 118 libras que aceptaba defender su título en el propio país del retador. Por eso vino a Bogotá para enfrentar a Caraballo.
Caraballo a su vez estaba convencido que vencía fácil a Jofre. Por eso llegó al extremo de interrumpir por dos días su entrenamiento. Caraballo y su entrenador Sócrates Cruz hicieron ese alarde de interrumpir su entrenamiento e inclusive tener una parranda de celebración anticipada a su victoria.
Hasta aquí la crónica de hoy, para proseguir los detalles del combate en la próxima edición de EL HERALDO. En la próxima columna de este periodista.
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