Hoy 7 de agosto inicia un nuevo gobierno en Colombia y con él son muchas las esperanzas y expectativas de los colombianos que corresponden a deseos y derechos legítimos que nos deben respetar y garantizar. Uno de esos, el derecho a la salud, es fundamental e irrenunciable.

Resulta innegable que para el saliente gobierno de ocho años, la salud como derecho efectivo no fue prioridad en la agenda en ninguno de sus dos cuatrienios. Aunque el ejecutivo haya volcado sus esfuerzos por sacar adelante un marco legal que en teoría definiera el ámbito del derecho a la salud como fundamental, estableciera una regulación para ello y mecanismos para su defensa, plasmando todo eso en el texto de la ley 1751 de 2015, más conocida como la Ley Estatutaria de la Salud, la ‘verdad verdadera’ es que a los colombianos se nos sigue violentando de manera sistemática y reiterativa ese derecho, aunque estemos supuestamente protegidos y con ese derecho garantizado por estar afiliados a una aseguradora, sea del régimen contributivo o del subsidiado.

Sin lugar a dudas esta grave y crónica realidad será una de las grandes tareas a enfrentar por parte del nuevo ministro de Salud, Juan Pablo Uribe, quien llega a ocupar una compleja cartera que en Colombia precisamente procura la promoción de la salud de las personas sanas mediante la prevención de las enfermedades y la intervención de los factores de riesgo que amenazan la salud de sus habitantes, pero que también debe velar por la debida atención de quienes se enfermen, la rehabilitación de quienes queden con secuelas derivadas de sus padecimientos físicos y la paliación de aquellos que tienen enfermedades irreversibles y terminales, pero que aún así, tanto ellos como sus familias, merecen la preocupación y la obligación del Estado para garantizarles esa importante fase de la atención integral de servicios de salud.

No abordo en esta columna temas administrativos ni financieros del sector, pues aunque que también son muy graves y afectan de manera importante a los diferentes actores que intervienen en el sistema de salud colombiano, ya habrá tiempo suficiente de considerarlos una vez se conozcan el enfoque y la visión que este nuevo gobierno planteará al respecto, dándose por descontado que estos temas que obedecen a fallas medulares y estructurales del actual sistema, deberán ser atendidos con reformas integrales y profundas lideradas por el mismo ejecutivo y que deberán ser concertadas con el Congreso de la República.

Uribe, el nuevo ministro, conoce muy bien la opinión generalizada de los colombianos que calificó al sector salud como el más cuestionado al final de los ocho años de gobierno de Juan Manuel Santos y el que más insatisfacción dejó, por tanto tiene la difícil tarea, en la que todos debemos aportarle, de revisar y proponer qué es lo más conveniente para este sensible sector, para que de una vez por todas se nos garantice de manera efectiva el derecho a la salud…¡para que cese esa horrible noche!

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