Ahora que los hombres estamos en la picota pública porque algunos no han sabido controlar sus pulsiones y deseos sexuales, por lo que terminan abusando de las mujeres, se hace pertinente aclarar desde el punto de vista biológico lo relacionado con la sexualidad, porque hay una asunción general en la que se plantea que los hombres somos propensos, “por naturaleza”, a imponer nuestra condición y abusar de las mujeres.
El cerebro del hombre y la mujer tienen en el sistema límbico (cerebro emocional) un cúmulo de núcleos que se agrupan bajo el nombre de Hipotálamo, que tienen como función controlar nuestras necesidades y apetitos corporales, desde el hambre hasta el sexo. Dentro de esos cúmulos hay dos bien definidos que tienen que ver con las respuestas sexuales típicas de cada género. En el hombre es el área preóptica media y en la mujer el núcleo ventromedial.
Cuando en el hombre se estimula el núcleo INAH3 del área preóptica media, exhibe la conducta masculina típica que es el comportamiento decido. Oído: comportamiento decidido que orienta el impulso sexual hacia la hembra. Es una señal hacia la corteza cerebral que produce una excitación sexual consciente, y desde allí sale una señal hacia el pene que produce la erección. No hay nada de violencia sexual.
Cuando se estimula el núcleo ventromedial de la mujer en un contexto sexual, la respuesta biológica es aumentar la lordosis (curva inferior de la columna) y exhibir los genitales. Oído: no es provocación hacia el hombre, es una respuesta biológica.
Evolutivamente no hay nada ni en el animal ni en el humano que indique que heredamos algún tipo de propensión para proceder de manera agresiva o violenta, lo único que hay es el instinto para conservar la especie. ¿Dónde está el problema entonces?, ¿en qué parte del cerebro de los hombres está el módulo que enferma y que nos lleva a estos actos abominables en contra de la mujer?
La respuesta hay que buscarla en la cultura, porque, a través del tiempo, se ha alimentado la creencia de una supuesta superioridad del hombre y, por tanto, el privilegio de usar a la mujer como un objeto sexual en el que podemos descargar nuestras pulsiones. Es la misma cultura que se inició en la Edad de los Metales, cuando el hombre descubrió el poder del hierro para fabricar utensilios y también las armas. Este es un punto crucial en la humanidad porque con ese poder se iniciaron las guerras en forma organizada para que unos hombres dominaran a otros y, también, la época en que les pusimos el delantal a las mujeres, las confinamos a lo doméstico y dispusimos de sus vaginas.
Se trata de un fenómeno complejísimo, el inicio de la supremacía del macho, al que se le ha sumado el poder económico, político, social, religioso, que le han otorgado un pene auxiliar a los hombres en función de esos poderes. No es el animal el culpable, es la cultura dominante.
haroldomartinez@hotmail.com
Más Columnas de Opinión
¿Qué hacer con las tarifas de energía en la región Caribe?
Las altas tarifas de la energía en el Caribe son un problema social. La afirmación de que mes a mes cientos de miles de familias comen o pagan la luz no es lejana de la realidad. El recibo se puede llevar la cuarta parte de los ingresos de las f
Un faro de esperanza para la juventud
En medio del vendaval de desafíos que enfrenta la juventud contemporánea, marcada por la sombra ominosa de trastornos mentales que irrumpen cada vez más temprano en sus vidas, surge la necesidad imperiosa de tenderles una mano firme, de ofrecer
Café entre Evas
“Qué habría sido de las mujeres en el patriarcado sin el entramado de mujeres alrededor, a un lado, atrás de una, adelante, guiando el camino, aguantando juntas. ¿Qué sería de nosotras sin nuestras amigas? ¿Qué sería de las mu
Para el Descanso
La revisión de los titulares de prensa, o de cualquier otro medio de comunicación, se ha convertido en una seguidilla de sobresaltos. Quizá sea porque en estos tiempos todo se actualiza permanentemente, o porque la dependencia del clic induce l